Dos de Julio de 2018, fecha histórica en la vida política nacional. Los mexicanos acudimos a las urnas y elegimos a quienes pensamos serán las y los servidores públicos que mejor cumplirán nuestras expectativas para resolver viejos y nuevos problemas que nos aquejan. Ha concluido el tiempo de la retórica electoral y el de la expresión de opiniones encontradas, opuestas, contrarias, para convencer al otro de la mejor propuesta. Terminó ya el tiempo de las ofertas de barata para convencernos de quién tiene más habilidad y compromiso para conducir el destino de la nación. Hemos decidido democráticamente quiénes habrán de tomar el timón y dirigir el esfuerzo colectivo. Es verdad, todos seguimos en el mismo barco, a nadie conviene que continúe haciendo agua y mantenga el rumbo extraviado. Ello, no solo depende del timonel, es también una tarea colectiva de quienes tripulamos esta embarcación que llamamos México. Aquí no hay cabida para pasajeros sin boleto. NOSOTRXS somos la tripulación porque prestamos algún servicio en la nave que nos resguarda. Es tiempo de tempestades y más vale que todos sepamos apreciar el esfuerzo colectivo para mantenernos a flote y rectificar el rumbo hacia aguas más quietas. Cada uno de NOSOTRXS tiene una función que repercute en el desempeño de los demás. Es hora de ajustar las velas para aprovechar mejor el impulso de los nuevos vientos. 

Ha llegado la hora de NOSOTRXS, las y los ciudadanos. Haber salido a votar el domingo 1 de Julio es una manifestación masiva del genuino interés por participar en las decisiones públicas, de lo que a todos nos atañe como sociedad: mejorar el tiempo y el espacio que compartimos y nos une inexorablemente. Decidir quien estará a cargo del timón en los siguientes años resulta relevante, pero no sustituye las funciones del resto de la tripulación. Respetando las diferencias y el derecho a disentir, reconociendo la riqueza de nuestra pluralidad, emprendemos un nuevo rumbo en el que asumimos con responsabilidad tareas y obligaciones. Es tiempo de cobrar conciencia que esta embarcación la hemos construido NOSOTRXS y que  conducirla a buen puerto es una empresa que convoca a cada uno a dar lo mejor de sí. No se trata de exaltar las virtudes individuales, sino de reconocer que estas solo cobran sentido cuando se valoran en la acción colectiva. Exijamos al timonel de la nave destreza y habilidad en la conducción, pero hagámonos cargo que encontrar el rumbo estriba en NOSOTRXS.

Este fecha quedará marcada no por haber concluido la elección más grande de la historia, sino por haber iniciado un movimiento social imparable. Los mexicanos ya sabemos quién manda. No más relación entre gobernantes y gobernados. NOSOTRXS tenemos el poder y ellos, las autoridades que hayamos elegido, llegarán a sus cargos a cumplir con el mandato que les hemos dado: servir a los ciudadanos dentro del marco de la Ley y el cauce de las instituciones que, entre todos, hemos construido. No les hemos expedido un cheque en blanco.

Juan Carlos Foncerrada – Tiempo de ajustar las velas

En el Estado de Hidalgo el 9 de julio de 2017 iniciamos un largo camino para construir una revolución de las conciencias. Un primer paso fue constituirnos como NOSOTRXS en la entidad, con el convencimiento de recuperar el poder para los ciudadanos y de impulsar la acción colectiva para el ejercicio de los derechos de todos y todas. Por eso nuestra lucha y nuestro movimiento no comienza ni termina con las elecciones de 2018, más bien se fortalece nuestro andar para hacer valer y exigir nuestros derechos frente a los gobernantes y tomadores de decisiones.

En Nosotrxs-Hidalgo nos hemos sumado colectivamente para desde las leyes y desde nuestro actuar público exigir que nuestros derechos se cumplan y vigilar el ejercicio del gobierno para fortalecer a los ciudadanos como un contrapeso efectivo al poder y un eje articulador de todo el sistema político-democrático.

Desde hace un año que el colectivo en Hidalgo se apropió de las distintas causas específicas que Nosotrxs ha impulsado a nivel nacional, entre ellas se encuentran: 1. Sin mortalidad infantil; 2. Construcción sin corrupción; 3. Ministerios públicos que cumplan; 4. Partidos transparentes; 5. Medicinas para todxs; 6. Seguridad social para trabajadoras del hogar; 7 Sistemas anticorrupción que funcionen. 8; Fondo único y transparente para la reconstrucción. Estas causas urgentes no se han resuelto, por ello, terminado el proceso electoral se debe seguir impulsando la resolución de estos problemas públicos que aquejan a millones de mexicanos e hidalguenses.

Nosotrxs es un movimiento político que debe seguir sumando y fortaleciéndose desde lo colectivo -más allá de las elecciones- para buscar el empoderamiento de los ciudadanos a partir del ejercicio de nuestros derechos. Tras las elecciones queremos ser constructores de la democracia y de las nuevas formas de gobernar que pongan al centro la participación de los ciudadanos. Hemos sido claros en señalar que nos reconocemos como un movimiento político que se mantiene al margen de la contienda electoral porque no queremos el poder, queremos que este sea usado por los ciudadanos para transformar su relación con los gobernantes, dado que el Estado y las políticas públicas no son patrimonio de quienes nos gobiernan sino de Nosotrxs. Por ello es fundamental que pasada las elecciones de 2018 se profundice el proceso de ciudadanización a través de demandar, exigir e incidir en las decisiones públicas del país, para ello debemos ejercer nuestros derechos y aprovechar los mecanismos participativos que la propia ley contempla como la consulta popular, la audiencia pública, los presupuestos participativos, los comités de contraloría social, entre otros. De esta manera, será un desafío que los ciudadanos se apropien del diseño institucional para la participación, evitando la captura y la simulación de los mismos por parte de grupos de poder. Solo así la participación será una herramienta robusta para empoderar a los ciudadanos y avanzar hacia una democracia participativa. 

Ese es nuestro desafío para contar con un sistema democrático cuyo principal resultado sea una sociedad cuyo desarrollo y bienestar se base en el ejercicio y respeto de los derechos de todas y todos.

Guillermo Lizama – Nosotrxs Hidalgo

“Papá, que haya otra página, que no termine la historia”, me dice mi hija de 3 años cuando escucha el final de algún relato. Con la inocencia de su edad, marca el rumbo de la siguiente página, acomoda los personajes e inventa la trama que debo seguir, y muchas veces me pone en serios aprietos.

El actual proceso electoral nos obliga a reflexionar en la página que sigue, después del 1 de julio. Ese día se realizarán las elecciones más importantes del siglo XXI. No sólo por los cargos en disputa: 18 mil 299. Entre ellos, la presidencia de la República, el Congreso de la Unión, 8 gubernaturas y la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México. Habrá elecciones locales en 30 entidades y se renovarán mil 596 ayuntamientos. Más allá de las cifras, los resultados modificarán sustancialmente la geografía política en México y reconfigurarán el actual sistema de partidos.

Como no ocurrió en el 2000, en que hubo alternancia en la presidencia de la república, pero se mantuvo el modelo político-económico, no se desmanteló el régimen autoritario y se detuvo la transición democrática, ahora hay altas probabilidades de cerrar un ciclo de políticas y gobiernos neoliberales. La posibilidad de un cambio de régimen político, cobra mayores visos que hace 18 años.

Si situamos el inicio del proceso de transición en el movimiento estudiantil de 1968, está cumpliendo medio siglo. Si consideramos que inició con la profunda reforma política electoral de 1977, lleva cuatro décadas. Y si, tomamos como arranque la insurgencia cívica-electoral de 1988, cumple 30 años.

Más allá de la fecha, lo importante es vislumbrar los ámbitos en que se ha desarrollado: la movilización social, el espacio electoral, la participación en las urnas. Y en todo ello, la concurrencia de la sociedad civil como ariete para la reflexión, como generadora de propuestas e impulsora de cambios profundos: institucionales, normativos y de cultura política.

El movimiento navista en San Luis Potosí; la Coalición Obrero Campesino Estudiantil del Istmo en Oaxaca; la resistencia cívica de los panistas en Chihuahua; los hombres y mujeres que se en 1985 se convirtieron en rescatistas y politizaron –en el mejor sentido de la palabra— la tragedia; la dinámica intensa y movilizadora de la izquierda, partidista y no; el Ejército Zapatista de Liberación Nacional en 1994 y los años subsecuentes; la observación electoral coordinada por Alianza Cívica en el 94. Y miles de ejercicios ciudadanos más a lo largo y ancho del país, se concatenaron con al quehacer partidario que pugnaba por la transición democrática.

Pero, en el 2000, la ciudadanía pareció haber concluido su tarea y dejado el ejercicio de gobierno a los políticos profesionales. Vicente Fox frivolizó la institución presidencial y los partidos homogeneizaron prácticas viciosas y no estuvieron a la altura del reto de construir instituciones democráticas, con justicia social y participación ciudadana.

Hoy, se presenta otra oportunidad de un cambio sustancial en el país. Pero nuestra tarea no se puede limitar a depositar un voto en las urnas. Ni la emisión del sufragio, ni la movilización social, ni la participación activa de la sociedad civil, son el corolario de la democracia, sino apenas su inicio. 

No dejemos la tarea a una clase política que ha mostrado su fracaso. Defendamos los espacios conquistados por la ciudadanía y recuperemos las instituciones que nos han secuestrado. En esta tarea Nosotrxs, como movimiento nacional, está obligado a no cejar en su lucha, ha convertirse en el articulador de la búsqueda de soluciones a las causas que lastiman a la sociedad mexicana; en el actor que exige a las autoridades, que se une a otros movimientos que expresan la diversidad y pluralidad del país, que empuja cambios y que está dispuesto a la construcción activa, crítica, reflexionada, de la siguiente página de la historia de México. 

Que haya una intensa movilización social y una creciente participación de la sociedad civil. Y que, con el conjunto de la ciudadanía, empujemos a una actuación comprometida y ética de gobernantes y legisladores. Que sea esa y no otra, la siguiente página que escribamos para nuestros hijos.

Victor Leonel Juan – La página que sigue

El domingo 1º de julio no haremos nada extraordinario. ¡Todo lo extraordinario lo haremos y estará por venir a partir del lunes 2 de julio!

En efecto, el domingo 1º de julio sólo habremos votado. Y lo habremos hecho para elegir a quienes integrarán los órganos de representación y gobierno de la República y 30 de sus entidades federativas. Nuestros votos se habrán convertido en escaños y cargos de gobierno. Nada extraordinario, todo lo contrario: muy ordinario, tratándose de unas elecciones, que precisamente para eso son.

Lo que nos hará pensar que hicimos algo extraordinario es el peso propia e históricamente desmedido que en México damos a las elecciones. No las vemos como actos ordinarios, normales del país sino fundacionales, extraordinarios de la Nación. Nos olvidamos que, desde hace ya más de un siglo buenamente Ortega y Gasset nos advirtió que las elecciones son sólo “un mísero detalle técnico” y nos quedamos con la primera parte de su argumento que nos indica que, sin embargo, de ellas depende la salud de las democracias.

Y ello es además así porque, como bien nos advirtió hace ya tiempo nuestro querido Mauricio Merino, la nuestra es una transición votada. Aquí no esperamos que se muriera el dictador, ni hicimos volar por los cielos a su sucesor o le dijimos que No en un plebiscito. Aquí votamos y votando cambiamos la fisonomía política de la República e hicimos posible su transición democrática.

Por eso pensamos que éstas y cualquiera de las elecciones son algo extraordinario. Pero no. Ni siquiera si finalmente, como todo parece indicar, ganó la elección presidencial Andrés Manuel López Obrador misma que, por cierto, fue sólo una de las más de 3 mil 400 que hubo el 1º de julio.

En realidad, lo extraordinario de estas elecciones ordinarias es lo que viene ahora. El 2 de julio, el país continuará su devenir. Pero ahora sumido en un espasmo, trabado entre la alegría eufórica de las personas ganadoras, sobre todo de la elección presidencial, y el espanto colérico de sus perdedores. Pero ni la euforia ni la cólera nos servirán para ver, con el corazón, lo esencial; como le diría el buen zorro a El Principito.

Y lo esencial y extraordinario será y es que todas las energías, las buenas y las malas, de las campañas; todas las reacciones instintivas y primitivas que los promotores tanto del miedo como de la creencia acrítica pretendieron y en alguna significativa medida lograron provocar, y, esperanzadamente también; todas las prácticas delictivas de los malandras que aún compran y coaccionan el voto, se habrán ido a estrellar o a redimir en el acto fundacional y primigenio, ése sí de la democracia electoral: el voto participante de las personas ciudadanas.

Eso es lo esencial: cómo el voto ciudadano sigue cambiando a este país. Las puertas se siguen abriendo. Es tiempo de cruzarlas con paso firme: con un andar que reconozca y potencie el poder de nosotrxs hecho comunidades incidentes que, con la Constitución y la Ley en la mano van demostrando que, en efecto, nosotrxs somos el Estado, somos el poder y somos la democracia. Ahora, las posibilidades extraordinarias de que ese Estado y poder funcionen en clave democrática y justiciera y libertaria, dependen –felizmente- otra vez de nosotrxs. Nosotrxs fuimos responsables del voto, nosotrxs seremos responsables de lo que venga después.

Carlos González – Nada extraordinario, ¡todo por serlo!

Quisiera participar en Nosotrxs a partir de la generación de la práctica teórica.

Noción althusseriana que significa producción de objetos del pensamiento en tanto conceptos, hipótesis, representaciones y teorías; ideas sobre el mundo social que contribuyan a su problematización. A diferencia de Marx, considero que la actividad teórica sí transforma la realidad, ya que es un esfuerzo por clarificar cosas que aparentemente son inexplicables preparando el terreno para la praxis social, acortando ese no man’s land de lo políticamente inefable para darle palabras adecuadas y con el ritmo justo. Como sea, son discursos explicativos que flotan sin mucha resonancia colectiva casi todo el tiempo, hasta que toman densidad en determinadas coyunturas políticas por la efervescencia social –en sentido de Durkheim-.

Propongo escribir en la página de Nosotrxs de vez en cuando porque las ideas más o menos originales e interesantes son pocas al año. Escribir una vez a la semana considero que baja la calidad no sólo de las ideas, sino también la forma de su expresión. Los lugares comunes es la mejor señal para identificar el desgaste en la creatividad de cualquier escritor. Por lo que quisiera escribir una vez al mes de ser posible. Doce discursos potentes al año me parece una meta loable.

El primer tema que quiero escribir es sobre Nosotrxs desde dos puntos de vista: 1) filosófico y 2) sociológico. En primer lugar, quisiera exponer la corriente neohegeliana en la que se encuentra, junto con sus límites y alcances. En segundo lugar, quisiera explicar esta organización desde las aportaciones de la sociología de los movimientos sociales. Otro tema que me parece inevitable sería el clima ideológico postelectoral: discursos enfrentados que exponen fisuras pero también articulaciones.

Mi objetivo es explicar esos mecanismos que operan en la realidad social y política, tomando como ejemplo casos concretos (como las elecciones y sus eventos posteriores). Esto significa que no tomaré la postura más usada: descripción de noticias y su juicio moral (ocurrió el evento A y eso está mal). Que me parece un lugar saturado porque muchos lo hacen por su facilidad. Mi postura es más un esfuerzo por comprender elementos del mundo social y político de México que me parezcan relevantes. Por lo tanto, quisiera expresar esta práctica teórica en algún espacio Nosotrxs.

Daniel Manchinelly – La práctica teórica

Nosotrxs somos las mujeres y hombres que tenemos la nacionalidad mexicana.

Somos la nación, es decir, la población del Estado Mexicano. Somos todxs, somos Nosotrxs, compartimos un espacio físico llamado territorio mexicano –incluidos los connacionales que viven en el extranjero– y tenemos un gobierno, con sus diversos órdenes y niveles; y nos aglutina, al menos teóricamente, un mismo orden jurídico.

Pero no somos iguales: nos diferencian muchos factores diversos que van desde el color de la piel, el nivel de escolaridad, las creencias, las costumbres y los usos, las experiencias, los gustos, en fin, distintas manifestaciones de la heterogeneidad multicultural  que al tiempo que nos distingue, nos identifica y nos unifica; pero de entre de esas diferencias, algunas amenazan nuestra unidad, unidad de la que depende la existencia misma del país, como la desigualdad socioeconómica.

La híper concentración de la riqueza material, es decir, el dinero, en un reducido grupo de personas –comparado con el total de la población–, es un factor que amenaza desunirnos, de romper con el equilibrio que parece cada día más precario. El poder adquisitivo de la inmensa mayoría de la población mexicana acusa un déficit que urge corregir.

A impedir que esa consecuencia generada por la desigualdad económica genere más violencia de la que ya padecemos con catastróficos resultados que no queremos siquiera imaginar, hace un llamado general Nosotrxs, movimiento social de oposición.

El objetivo que se plantea nuestro movimiento a nivel nacional de revolucionar –para evolucionar– las conciencias de todxs habrá de cumplirse si se dan diversas acciones concatenadas, entre las cuales una es básica, elemental: informar. Esa acción que incluye la difusión de la información, para ser efectiva y eficaz, ha de valerse de todos los medios de divulgación existentes.

Resulta indispensable informar a todxs para darles a conocer el alcance y la urgencia de nuestras propuestas para corregir los yerros y prevenir aquello que repetidamente ha ocurrido en diversos ámbitos de la vida nacional que ha dado pie a esa desigualdad y puesto en riesgo la unidad.

El llamado a las conciencias para que nadie deje de participar comprometidamente desde su ámbito de competencia, desde su trinchera, desde su posición social, sólo llegará al conocimiento general cuando se aprovechen los medios a nuestro alcance para divulgar la información y llamar a la participación.

Hoy en día el uso de la internet y las redes sociales son el medio idóneo para alcanzar a un significativo y creciente número de personas que acceden a ellas, por lo cual será muy conveniente utilizarlas; pero como complemento indispensable de la tarea de difusión, es necesario acudir a los medios “tradicionales” para llegar al público que habita las zonas donde estos nuevos medios aún no pueden captarse por razones económicas y o limitaciones técnicas o tecnológicas.

El contenido del mensaje será diseñado y producido por los jóvenes que desde las universidades e instituciones de educación superior, públicas y privadas, se están preparando en el ámbito de la información tanto teórica como práctica. A ellos acudiremos para cumplir la meta: despertar la conciencia de todxs los mexicanxs para defender nuestros intereses, hacer cumplir las leyes y ordenar la política en bien de México. 

José Arenas Merino – Nosotrxs Mexicanxs

Estado y sociedad son un matrimonio mal avenido.

Ambos se esfuerzan por llevar la fiesta en paz mientras cada quien cumpla sus obligaciones. Al primero le corresponde asegurar la protección de la vida, la propiedad y la libertad de las personas en un marco jurídico moderno de salvaguarda de derechos humanos (políticos, sociales, económicos, ambientales, etc.); a la segunda, dedicar sus esfuerzos a la producción económica, a crear cultura, a educar, etc., y obedecer la ley, con todo lo que eso implica.

La experiencia de ese matrimonio difiere abismalmente en, cualquier país del Primer Mundo, del que tenemos en México. Las desavenencias acá son más pronunciadas y abundantes, porque el Estado no presta servicios públicos con eficiencia, en tanto su récord de protección de derechos humanos es lamentable, por decir lo menos, cuando las autoridades mismas, con frecuencia, los violan. Agreguemos a este brevísimo diagnóstico la corrupción, ese fenómeno del que no hemos podido liberarnos desde la Colonia y del que la oligarquía mexicana se ha beneficiado de manera injuriosa ante nuestros propios ojos. El descaro con el que se hacen negocios con los dineros públicos, depredando las arcas y los recursos comunes, y el cinismo con el que se usan las leyes para protegerse mutuamente, han colmado nuestra paciencia.

Una desconfianza antigua y tanta decepción por el gobierno alimentan el activismo social más reciente. Nosotrxs se ha sumado apenas hace un año al repertorio de organizaciones sociales con la misión de revolucionar las conciencias y actuar colectivamente, en el marco de la ley, para contrarrestar los actos y las omisiones del Estado y de grupos de interés que, como sociedad, nos dañan. Es un movimiento que no busca posiciones políticas, pero que tampoco se abstrae de la realidad política. Desde cierto punto de vista, su esfuerzo consiste en revertir esa noción tan arraigada en los mexicanos de que la riqueza pública está ahí para beneficiarse personalmente de ella, por esta otra: la riqueza privada, en la proporción justa, debe volverse riqueza pública para el beneficio de la sociedad en su conjunto.

Hoy, que en los países del mundo la ciudadanía está perdiendo la fe en la democracia, es hora de que la sociedad mexicana vaya a su rescate (Democracy Perception Index 2018 [DPI]: 54% de la gente, dato que es más alto en países democráticos que en no democráticos, sienten que no tienen voz en la política; no creen que el gobierno trabaje a su favor; perciben disminuida su libertad de expresión; y no tienen acceso a información confiable). Propongo dos rutas para fortalecer la participación en la línea de revolucionar conciencias:

  1. Adoptar un político. Seguir a un congresista local o federal, a un gobernador o presidente municipal, a un secretario del gabinete estatal, en todas sus acciones y declaraciones, y compararlas contra lo que ofreció en su campaña, o que ofrece el programa de gobierno, o el programa de su partido, o todo en combinación. Realizar evaluaciones trimestrales o cuatrimestrales y publicarlas.
  2. Adoptar un espacio público. Desde un parque hasta un hospital, la organización puede dar cuenta periódica de su estado, su funcionamiento y la calidad del servicio, y publicar sus resultados.

Ignacio Lozano – Revolución de conciencias y transformación institucional