8M hacia una lucha consciente

El 8M: hacia una lucha consciente

Este 8M debe ser el momento para articular nuestras luchas con consciencia política. No importa a qué feminismo pertenezcamos, el denominador común es claro: debemos ir contra esos sistemas que nos oprimen, porque no hay feminismo que no luche contra esto.

Por Edith Díaz Gutiérrez
@EdMacrina

Cada 8M queda más lejano a aquellos días donde recibíamos una rosa como felicitación y estamos más cerca de entender la conmemoración de este día. Poco a poco, logramos que la sociedad vea este día como una fecha para visibilizar las violencias a las que estamos expuestas. Sin embargo, aún nos queda una lucha pendiente: evitar que el capitalismo se apodere de este día.

Este sistema salvaje ha logrado colarse en la conmemoración del 8M, específicamente, llevando la esencia de la protesta a un espacio consumista, donde las nuevas generaciones –y quizás las no tan jóvenes– creen que para ser parte de este día hay que vestir “apropiadamente” o pagar por talleres para hacer pancartas. Como si la consciencia política pudiera comprarse.

Cada 8M deberíamos evitar caer en la parafernalia que nos desvíe del verdadero propósito del movimiento. Participar en las marchas no tendría que ser solo una cuestión de “pertenecer” a una causa, sino un acto consciente contra el sistema patriarcal y económico. Es un recordatorio de que muchas mujeres aún no tienen acceso a la tierra ni a la toma de decisiones en sus comunidades, o que, aún hay una división desigual en las tareas de cuidados al interior de las familias.

No se necesita ser experta en Ciencia Política, Filosofía o Sociología para conocer la realidad de las mujeres, basta con escuchar las historias de quienes nos rodean: nuestras madres, hermanas, amigas, vecinas. Al percatarnos de las realidades de las mujeres en nuestra comunidad, podemos entender el propósito de cada marcha y manifestación.

Al observar desde una perspectiva crítica cómo se desarrollan las marchas multitudinarias, vemos hasta qué punto el capitalismo ha penetrado en nuestras luchas. Y ni siquiera abordar temas como la brecha salarial, la feminización de los trabajos, la falta de liderazgo femenino en espacios de toma de decisiones y tantas otras condiciones sociales que nos afectan a las mujeres.

No se trata de juzgar el gozo de celebrar la vida y la resistencia, porque en un país donde entre 9 y 10 mujeres son asesinadas cada día 1 estar vivas es, sin duda, un logro. Pero debemos cuestionarnos el verdadero sentido del Día Internacional de las Mujeres en pleno 2025. ¿Nos lo cuestionamos?

Tampoco se trata de ganarse el derecho a la manifestación, porque todas tenemos algo por qué luchar. Cada mujer, en su particular contexto, lleva una carga de opresión y violencia que exige ser escuchada, ¿la reconocemos?

También hay que desmitificar que es un privilegio el poder salir a las calles a protestar, porque se trata de una exigencia que hemos ganado con años de resistencia y que seguimos defendiendo.

Participar desde la consciencia en el 8M es reconocer y honrar la lucha de todas las mujeres: por la educación, la participación política, la denuncia de la violencia doméstica, la lucha contra la opresión y la precariedad laboral, entre muchas más. Es justo esto lo que el capitalismo no quiere que hagamos: cuestionar y desafiar el sistema que nos explota y nos margina.

Por lo que este 8M debe ser el momento para articular nuestras luchas con consciencia política. No importa qué tipo de militancia feminista tengamos, el denominador común es claro: debemos ir contra esos sistemas que nos oprimen, porque no hay feminismo -ni mujer- que no deba luchar contra esto.

Esta intervención en este espacio digital es un llamado a buscar nuestra raíz en esta lucha, apropiarnos de nuestras formas de manifestación sin caer en un ideal feminista pop del que se está haciendo cargo de dar a conocer el capitalismo.

* Edith Díaz Gutiérrez (@EdMacrina) es comunicóloga con perspectiva feminista y locutora del podcast Ruido Violeta

 

Publicación original: https://www.animalpolitico.com/internacional/bbc/50-mil-muertos-gaza-conflicto-israel-hamas

Justicia social

Justicia social: una deuda pendiente en tiempos de desigualdad

La justicia social tiene que ver con la redistribución del poder y de la riqueza, con la posibilidad de que las personas puedan decidir sobre sus propias vidas sin estar condicionadas por su lugar de nacimiento, su género o su nivel socioeconómico.

Por Pablo Andrade Martínez
@PabloAnd89

El 20 de febrero se conmemora el Día Mundial de la Justicia Social, una fecha proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2007 con el objetivo de visibilizar la urgencia de construir sociedades más equitativas. Pero más allá de la efeméride, la justicia social es una necesidad que se juega en la vida cotidiana de millones de personas. En México, esto se traduce en una lucha constante por el reconocimiento de derechos básicos: salarios justos, seguridad social, condiciones laborales dignas y la posibilidad de vivir con dignidad.

Hablar de justicia social es hablar de trabajo digno, de oportunidades reales para quienes sostienen el día a día del país. Un ejemplo claro de esta deuda pendiente es la situación de las trabajadoras del hogar, quienes históricamente han sido invisibilizadas y relegadas a la informalidad. A pesar de la entrada en vigor de la reforma a la Ley del Seguro Social en 2019, que reconoce su derecho a la seguridad social, la tasa de inscripción sigue siendo baja. Y es que la justicia social no es solo cuestión de leyes escritas; es cuestión de voluntad política, de cultura social y de decisiones cotidianas de quienes contratan sus servicios.

La justicia social no es un concepto abstracto ni una simple aspiración ética. Tiene que ver con la redistribución del poder y de la riqueza, con la posibilidad de que las personas puedan decidir sobre sus propias vidas sin estar condicionadas por su lugar de nacimiento, su género o su nivel socioeconómico. En México, un porcentaje alto de la población ocupada trabaja en la informalidad, lo que significa que millones de personas carecen de acceso a derechos fundamentales como la seguridad social y la estabilidad económica. Esto no es un accidente ni una casualidad: es el reflejo de un modelo económico que ha priorizado la precariedad como regla, convirtiendo la desigualdad en un rasgo estructural de nuestra sociedad.

Pero la justicia social también nos obliga a preguntarnos sobre el sentido de lo público. ¿Para qué y para quién están diseñadas nuestras instituciones? En demasiadas ocasiones, lo público ha sido capturado por intereses privados, desviando recursos y esfuerzos que deberían estar destinados a garantizar derechos colectivos. La corrupción, la discrecionalidad y la falta de transparencia han convertido lo público en botín, cuando debería ser el espacio de lo común, de lo accesible, de lo incluyente. Sin justicia social, la democracia se convierte en un espejismo que deja intactas las estructuras de desigualdad.

Históricamente, la lucha por la justicia social ha estado en manos de los propios sectores excluidos: trabajadoras del hogar, jornaleros agrícolas, comunidades indígenas y obreros han alzado la voz para exigir lo que les corresponde. Hoy, la pregunta es si la sociedad en su conjunto está dispuesta a acompañar esas luchas, a construir redes de solidaridad y a transformar las estructuras que perpetúan la desigualdad.

México enfrenta una encrucijada: o fortalece políticas públicas que garanticen la redistribución del ingreso y la protección de los derechos fundamentales, o sigue permitiendo que la justicia social sea un discurso vacío en medio de una creciente polarización. La tarea no es sencilla, pero es impostergable.

* Pablo Andrade Martínez (@PabloAnd89) es coordinador de la causa de Construcción de Paz en Nosotrxs.

Publicación original: https://www.animalpolitico.com/analisis/organizaciones/nuestras-voces/justicia-social-deude-pendiente-desigualdad

El cuidado de los datos en salud pública

El cuidado de los datos en salud pública: lecciones desde Cero Desabasto y los desafíos globales actuales

La experiencia del Colectivo Cero Desabasto nos ha enseñado que los datos bien utilizados pueden transformar vidas. Pero también nos ha mostrado que, sin transparencia y protección adecuada, estos datos pueden ser manipulados o desaparecer, dejando a las personas sin voz, sin recursos y sin garantizar su derecho a la salud.

Por Frida Romay Hidalgo
@FridaRomayHgo

En un mundo cada vez más digitalizado, los datos se han convertido en un recurso invaluable para la toma de decisiones, especialmente en el ámbito de la salud pública. Sin embargo, con este poder viene una gran responsabilidad: la de proteger y gestionar adecuadamente la información que puede salvar vidas. Desde el Colectivo Cero Desabasto, que coordino y que se conforma por más de 130 organizaciones, llevamos seis años combatiendo la falta de acceso a medicamentos esenciales en México y uno de nuestros ejes es la investigación. A lo largo de este tiempo he aprendido que la transparencia y el cuidado de los datos no son solo principios éticos, sino herramientas fundamentales para garantizar el derecho a la salud.

Desarrollamos herramientas tecnológicas como la plataforma cerodesabasto.org y el chatbot de WhatsApp “Aba”, que han facilitado el reporte, documentación y mapeo de casos de desabasto. Además, hemos realizado más de 1,200 solicitudes de información pública, obteniendo más de 2 terabytes de datos que han servido para elaborar 11 informes sobre el acceso a medicamentos, vacunas y métodos anticonceptivos en México.

Estos datos no son solo números; representan historias de personas que han visto vulnerado su derecho a la salud. Según la “Radiografía del Desabasto de Medicamentos en México 2023“, más de 7.5 millones de recetas no se surtieron en las principales instituciones de seguridad social. Sin datos precisos y accesibles, estas historias podrían quedar en el olvido, y las soluciones, en el limbo.

En mi experiencia al frente de Cero Desabasto he visto cómo los tomadores de decisiones en instituciones gubernamentales y subsistemas de salud enfrentan desafíos significativos, como la falta de datos desagregados sobre el acceso a medicamentos, la burocracia y la falta de coordinación entre subsistemas. Para abordar estas problemáticas, nos hemos auxiliado del Observatorio Ciudadano para el Acceso a Medicamentos e Insumos para la Salud (OCAMIS), que proporciona datos desagregados y monitoreables a través de su Sistema de Monitoreo de Indicadores. Este tipo de herramientas no solo facilita la toma de decisiones informadas, sino que también promueve la rendición de cuentas y la transparencia.

Sin embargo, en México estamos enfrentando un retroceso en materia de transparencia y protección de datos con la desaparición del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI). Según las reformas propuestas, el INAI será reemplazado por múltiples autoridades, lo que podría fragmentar y debilitar la capacidad de garantizar el acceso a la información y la protección de datos personales. Esto es especialmente preocupante en el ámbito de la salud, donde la privacidad de los datos personales es crucial. La desaparición del INAI no solo pone en riesgo la transparencia, sino también la confianza de la ciudadanía en las instituciones.

Mientras en México enfrentamos estos desafíos internos, en Estados Unidos también se están dando movimientos preocupantes en materia de datos de salud. Durante la administración de Trump se reportó la eliminación de información en sitios web de agencias federales de salud, incluyendo la eliminación de referencias a temas como la salud de la comunidad transgénero. Este tipo de acciones no solo limitan el acceso a información vital para ciertas comunidades, sino que también reflejan un retroceso en la transparencia y la rendición de cuentas en materia de salud pública.

Como señaló la Sociedad de Enfermedades Infecciosas de América (IDSA), la eliminación de recursos relacionados con el VIH y la comunidad LGBTQ+ de los sitios web de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) y otras agencias de salud es profundamente preocupante. “Esto crea un vacío peligroso en la información científica y los datos necesarios para monitorear y responder a brotes de enfermedades”, afirmó la IDSA en un comunicado. Asimismo, mencionaron: “ El acceso a esta información es crucial para lxs profesionales de la salud que atienden a personas con VIH y miembros de la comunidad LGBTQ+, y es fundamental para los esfuerzos para poner fin a la epidemia del VIH“.

Este tipo de acciones no solo afectan a las comunidades históricamente excluidas, sino que también socavan los esfuerzos globales para combatir enfermedades y garantizar el acceso equitativo a la salud. La eliminación de datos específicos sobre poblaciones vulnerables, como las personas LGBTQ+ o aquellas que viven con VIH, no solo es un acto de discriminación, sino también una amenaza para la salud pública en su conjunto.

En México, un equivalente a lo sucedido en Estados Unidos sería la desaparición de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT), un instrumento clave para entender las condiciones de salud de la población. La ENSANUT, realizada por el Instituto Nacional de Salud Pública y la Secretaría de Salud. Sin datos como los que proporciona la ENSANUT, sería imposible monitorear problemas críticos como la obesidad o diseñar estrategias efectivas para mejorar la salud de la población.

En el tiempo que he acompañado al Colectivo Cero Desabasto he visto cómo la falta de datos desagregados puede perpetuar la inequidad. Por ejemplo, sin información específica sobre el desabasto de medicamentos en zonas rurales o entre poblaciones jóvenes es imposible diseñar políticas públicas efectivas que aborden estas problemáticas. La recopilación y el análisis de datos desagregados son esenciales para identificar brechas y garantizar que nadie quede atrás.

Es urgente que tanto en México como en otros países se establezcan marcos legales y políticas públicas que garanticen la protección de los datos personales y el acceso a la información en salud, especialmente para las poblaciones históricamente excluidas. La desaparición del INAI y la purga de datos en Estados Unidos son recordatorios de que la lucha por la transparencia y la justicia en salud no es solo un tema técnico, sino una batalla por los derechos humanos.

En un mundo donde los datos son poder, debemos asegurarnos que ese poder esté en manos de quienes más lo necesitan: las personas. Los gobiernos no son dueños de los datos; son custodios temporales de información que impacta directamente en el bien público. El cuidado de los datos no es solo una cuestión de privacidad, sino de justicia social. Cuando los datos se manipulan, se ocultan o se eliminan, se vulnera el derecho de las personas a saber, a participar y a exigir cuentas.

La experiencia del Colectivo Cero Desabasto nos ha enseñado que los datos bien utilizados pueden transformar vidas. Pero también nos ha mostrado que, sin transparencia y protección adecuada, estos datos pueden ser manipulados o desaparecer, dejando a las personas sin voz y sin recursos. Por eso, es fundamental que los gobiernos, las instituciones y la sociedad en su conjunto reconozcan que los datos son un bien público y que su manejo debe estar guiado por principios de transparencia, inclusión y respeto a los derechos humanos.

Solo así podremos garantizar que el derecho a la salud no sea solo una promesa, sino una realidad para todas, todos y todes, sin excepciones.

* Frida Romay Hidalgo (@fridaromayhgo.bsky.social / @FridaRomayHgo) es coordinadora de Salud y Bienestar en Nosotrxs-Práctica: Laboratorio para la Democracia y coordinadora del Colectivo Cero Desabasto.

Publicación original: https://www.animalpolitico.com/analisis/organizaciones/nuestras-voces/derecho-salud-datos-cero-desabasto

Lo que pesa el humo

Lo que pesa el humo

Por Jaime Hernández Colorado

La discriminación es, quizás, una de las expresiones más absurdas del libre albedrío. Implica el establecimiento de diferencias sociales a partir de estereotipos, prejuicios y estigmas, es decir, humo.

El trato desigual e inequitativo a una persona o grupos de personas carece de toda racionalidad, cuando nos detenemos a pensar que ninguno de esos estereotipos, prejuicios o estigmas existe en la realidad. Se trata de construcciones mentales a las que se otorga valor social como instrumentos de diferenciación, cuando no deberían tener valor más allá del mundo de las ideas —por llamarlas de alguna forma.

Ahora bien, ese humo pesa. Y tiene la capacidad de limitar la garantía de los derechos y de cancelar el acceso a medios y formas de vida a muchas personas y colectivos, sencillamente porque otro grupo de personas considera que son diferentes y, por lo tanto, deberían recibir un trato disminuido.

La Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS) 2022, producto de la colaboración entre el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI), el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) y la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) fue un ejercicio de seguimiento al primer esfuerzo, en 2017. Los resultados de la ENADIS 2022 nos ofrecen una visión panorámica del peso que tiene el humo que anima la discriminación.

No es menor reconocer que hay, al menos, diez colectivos en México que padecen las diferencias que se establecen con base en estereotipos, prejuicios y estigmas. Los resultados de la ENADIS 2022 permiten toparnos con realidades concretas. Por ejemplo, con la traducción específica de las discriminaciones en la limitación y falta de garantía de diversos derechos. Por mencionar algunos casos: las personas indígenas identifican como los principales problemas asociados con la discriminación hacia ellas: la falta de empleo, falta de recursos económicos para comer y vestir y la falta de atención médica; las personas afrodescendientes identifican a la discriminación por apariencia y a la falta de empleo; las personas discapacitadas a las instalaciones inadecuadas, costo en cuidados, terapias, entre otros; las personas migrantes, a la falta de empleo, falta de recursos económicos y xenofobia; las personas de la diversidad religiosa, a la falta de respeto a sus tradiciones; las personas adultas mayores, a la falta de empleo, la insuficiencia de las pensiones y al maltrato/abandono, y; las mujeres, a la inseguridad, la violencia de género y el machismo.

Esto lo que nos evidencia es que en México hay seres humanos de primera y seres humanos de segunda y hasta de tercera. Por supuesto, los de primera no consideran que exista la discriminación y tampoco que sea relevante atender estos problemas —porque no los sufren—. De otro lado, hay personas que no tienen acceso a sus derechos, debido a que los grupos mayoritarios, ensoberbecidos, consideran que sus ‘ideas’ (si cabe llamarlas así) son sustento suficiente para tratar de forma injusta e inhumana a otros grupos.

La reflexión a la que nos invitan los resultados de la ENADIS y el reconocimiento del problema de la discriminación, en sus vertientes múltiples, es la de pensar en los límites que tienen las mayorías: los derechos no pueden estar sujetos a las preferencias de ninguna mayoría. Y la tolerancia hacia la discriminación tampoco puede estarlo, pues significa la cancelación de esos derechos.

La historia universal está llena de ejemplos en los que el exceso de la mayoría, para discriminar y cancelar derechos, ha derivado en atrocidades que nadie con dos dedos de frente pretendería repetir. En esa ruta estamos, entre despreciar la discriminación —y desterrarla— o abrazar la idea de un salto hacia atrás que nos devuelva a antes de caminar en dos pies. Y la decisión es perfectamente racional, a diferencia del humo en el que se sustenta la discriminación.

Director general de Nosotrxs

Publicación original: https://oem.com.mx/elsoldemexico/analisis/lo-que-pesa-el-humo-21841314

Día Internacional de las Mujeres y Niñas en la Ciencia

Día Internacional de las Mujeres y Niñas en la Ciencia

Por Frida Romay Hidalgo
X y bluesky: @FridaRomayHgo

Hoy, 11 de febrero, se conmemora el Día Internacional de las Mujeres y Niñas en la Ciencia, una fecha que nos invita a reflexionar sobre la importancia de romper barreras y construir un futuro donde todas, sin excepción, tengamos la oportunidad de explorar, aprender y contribuir al mundo de la ciencia.

Aunque hemos avanzado, aún queda un largo camino por recorrer para lograr una participación equitativa de las mujeres en este ámbito. Por eso, he decidido ocupar este espacio no solo para compartir una reflexión, sino para enviar una carta dirigida a todas las niñas de México y, en especial, a mis queridas hermanas:

Queridas Sofía y Miranda, y todas las niñas que lean esto,

La ciencia y la tecnología son motores del progreso humano, pero históricamente las mujeres hemos sido excluidas de estos campos. Según la UNESCO, menos del 30% de los investigadores científicos en el mundo son mujeres, y en áreas como la ingeniería y la inteligencia artificial, la representación femenina es aún menor. Esto no se debe a falta de capacidad, sino a barreras culturales, estereotipos y falta de oportunidades.

Ustedes, como niñas, tienen un potencial inmenso. Sin embargo, muchas veces los mensajes que reciben les hacen creer que la ciencia es “cosa de hombres” o que no tienen las habilidades necesarias. Esto es falso. Mujeres como Marie Curie, la primera persona en ganar dos premios Nobel en distintas disciplinas, o Katherine Johnson, la matemática afroamericana que hizo posibles los viajes espaciales de la NASA, demuestran que el talento no tiene género. Lo que necesitamos son más ejemplos, más mentores y más espacios donde las niñas puedan explorar su curiosidad sin límites.

Incentivar la participación de las mujeres en la ciencia no es solo una cuestión de igualdad, sino de necesidad. Imaginen cuántos problemas del mundo podríamos resolver si todas las mentes brillantes, sin importar su género, tuvieran la oportunidad de contribuir. La diversidad en la ciencia enriquece la investigación, aporta nuevas perspectivas y acelera la innovación. Además, las mujeres en la ciencia suelen enfocarse en temas que benefician directamente a la sociedad, como la salud, la educación y el medio ambiente.

Por eso, quiero animarlas a que no tengan miedo de explorar, de hacer preguntas, de equivocarse y de soñar en grande. La ciencia no es solo para unos pocos; es para todas aquellas que sienten curiosidad por entender el mundo y quieren contribuir a mejorarlo. Ustedes tienen el poder de ser parte de esta generación que rompe estereotipos y abre caminos para las que vienen detrás.

Recuerden que cada vez que una niña elige estudiar ciencia, tecnología, ingeniería o matemáticas, no solo está cumpliendo un sueño personal, sino que está inspirando a otras a hacer lo mismo. Juntas podemos construir un futuro donde las mujeres y las niñas no solo participen en la ciencia, sino que lideren los avances que transformarán el mundo.

Con cariño y esperanza,

Una persona que cree en ustedes

Coordinadora de Salud y Bienestar en Nosotrxs-Práctica: Laboratorio para la Democracia y Coordinadora del Colectivo Cero Desabasto

Publicación original: https://oem.com.mx/elsoldemexico/analisis/dia-internacional-de-las-mujeres-y-ninas-en-la-ciencia-21615955