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¿De la furia a la prudencia?

Publicado en El Universal

Por Mauricio Merino

Hace unos días escuché que el presidente López Obrador podría modificar el tono de su discurso cotidiano, en aras de apaciguar los ánimos polarizados del país y buscar una tregua de reconciliación. Que ese podría ser el hilo conductor de su primer informe de gobierno: el llamado a la unidad en lo fundamental —parafraseando a Mariano Otero— para enfrentar con mayor respaldo los graves desafíos de violencia, desigualdad y corrupción que siguen minando al Estado mexicano.

Sería buena cosa disipar la bruma construida a golpe de descalificaciones, amenazas veladas e insultos repartidos a granel por el jefe del Estado mexicano cada mañana (reproducido por sus partidarios fieles) para buscar, en cambio, el mayor apoyo posible a las principales líneas de acción que se ha trazado y que cada día, inevitablemente, enfrentarán obstáculos más grandes. Desandar el ánimo belicoso y vengativo, más propio de los energúmenos que de los estadistas, ayudaría mucho a pavimentar el siguiente tramo del larguísimo trecho que le falta a este sexenio.

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Mejor todos rabones

Publicado en El Universal

Por Mauricio Merino

La opinión en contra del elevadísimo costo que pagamos por el financiamiento a los partidos es casi unánime. Quienes intenten defender esas erogaciones, cualquiera que sea su argumento, corren el riesgo de ser molidos a palos por el respetable. Y no faltan razones: no sólo es excesivo el monto que reciben, sino que además es muy caro vigilarlos, gestionar sus pugnas y enfrentar las trampas que cometen elección tras elección.

Y si todo esto fuera poco, habría que añadir el desprestigio público que cargan por los magros resultados que ofrecieron mientras acrecentaban sus espacios de poder. Ya se ha dicho en otras ocasiones: los partidos políticos que emergieron de la transición del siglo XX se convirtieron en los juniors de la democracia. ¿Y quién querría seguir pagándole a esos juniors sus caprichos, sus travesuras y sus nanas?

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El dinero no es la vida

Publicado en El Universal

Por Mauricio Merino

Dividido entre diez grupos (o sea, en deciles), el ingreso promedio de las personas más pobres en 2018 fue de apenas 43 pesos al día, mientras que las más ricas obtuvieron 778 pesos. En las áreas urbanas, los ingresos diarios de los hogares del decil más acaudalado superaron 17.4 veces a los del primer decil, en tanto que en las áreas rurales, en 19.3 veces.

Estos datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2018 (ENIGH), publicados por el Inegi hace apenas unos días, fueron los que ganaron los titulares de la prensa. También lo dicen de otra forma: los hogares más pobres del país tuvieron un ingreso diario de 101 pesos, mientras que los más acaudalados ingresaron 1,853 pesos cada día.

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Reflexiones de Hannah Arendt sobre el totalitarismo

Publicado en El Universal

Por Mauricio Merino

Las citas que siguen fueron tomadas de Los Orígenes del Totalitarismo, en la traducción de Guillermo Solana (Alianza Editorial, 2006). Me parecen pertinentes, a la luz del debate sobre la importancia de demostrar o imponer la verdad:

“Los movimientos totalitarios son organizaciones de masas de individuos atomizados y aislados. En comparación con todos los demás partidos y movimientos, su más conspicua característica externa es su exigencia de una lealtad total, irrestringida, incondicional e inalterable del miembro individual. Esta exigencia es formulada por los dirigentes de los movimientos totalitarios incluso antes de la llegada al poder” (p. 453).

“La lealtad total es posible sólo cuando la fidelidad se halla desprovista de todo contenido concreto, del que pueden surgir de forma natural los cambios de opinión. Los movimientos totalitarios, cada uno en su propio estilo, han hecho todo lo que han podido para desembarazarse de los programas partidistas que especifican un contenido concreto y que heredaron de anteriores fases no totalitarias de su desarrollo” (pp. 453-454).

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De las palabras a los hechos

‘No sólo manda quien decide lo que habrá de hacerse, sino quien consigue establecer los temas y modular la atención que cada uno habrá de merecer’.

Publicado en El Universal

Por Mauricio Merino

Ningún gobierno democrático tiene el control completo de la agenda pública. Todos lidian en ella con angustia: se preocupan por fijar la lista de los temas que compiten por la atención, el tiempo y la construcción de sentimientos y opiniones compartidas y que, a la postre, determinan los cursos de acción que seguirá el Estado. A todos les interesa dominar la escena y todos desean que no haya más asuntos en lisa que los propios.

La capacidad de poner la agenda es una medida del poder que cada uno ejerce. No sólo manda quien decide lo que habrá de hacerse, sino quien consigue establecer los temas y modular la atención que cada uno habrá de merecer. Cuando los gobiernos logran controlar el pulso ganan también capacidad de acción, pues nada los distrae de sus propios objetivos y consiguen, además, imprimir a sus tareas una sensación más o menos extendida de eficacia, pues lo que van haciendo coincide con lo que van diciendo o, mejor aún: con lo que preocupa a todos. Por eso, una buena parte de la batalla se libra en ese campo, donde la política se hace realidad de carne y hueso.

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El órgano huérfano de Estado

Publicado en El Universal

Las recomendaciones de la CNDH han irritado mucho al gobierno federal. No acepta que ninguna de las decisiones que ha tomado amerite las observaciones de ese organismo, cuyo propósito es garantizar la vigencia de los derechos ya ganados. Esa reacción no es cosa nueva: a ningún gobierno le gusta que el ombusdman se meta en sus terrenos. Lo nuevo es el tono virulento y retador de los alegatos esgrimidos para desconocer las recomendaciones emitidas, que confirman que el Ejecutivo está dispuesto a desconocer y, si es preciso, a devastar cualquier obstáculo que se le oponga. No van contra el mensaje sino contra el mensajero.

Están cometiendo un grave error. Por buenas que sean las intenciones de quienes hoy dirigen al Ejecutivo, ningún gobierno es infalible y ninguno está salvo de cometer excesos. Tampoco es infalible la CNDH, pero lo cierto es que sus atribuciones son muy limitadas. De modo que acusarla de haberse convertido en “un instrumento de simulación para mantener la impunidad del régimen de injusticias, corrupción y privilegios” durante todo el periodo previo, es simplemente inaceptable. Es mentira que Luis Raúl González Pérez no haya exigido justicia frente a las infamias cometidas durante el gobierno de Enrique Peña Nieto y más falso aún, es acusarlo de haber emitido una recomendación sobre las estancias infantiles “por motivaciones políticas y por consigna de intereses creados”. Es potestad del Poder Ejecutivo aceptar o rechazar las recomendaciones de la CNDH, ofreciéndoles respuesta. Pero descalificar a la institución con insultos y acusaciones falsas para ignorar su intervención, es una prueba inequívoca de intolerancia.

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La extensión del partido

Publicado en El Universal

Por Mauricio Merino

La administración pública debe otorgar estabilidad a los cursos de acción del Estado a través de sus leyes e instituciones. El entramado de oficinas, cargos públicos, programas y reglas de operación que la integran no está diseñado con la lógica de un partido en el que los militantes comparten una lealtad y se organizan en torno de un programa político, ni tampoco conforme a la mecánica de una empresa privada, en la que los dueños imponen las metas y las estrategias que han de obedecer los empleados. No es partido ni empresa.

Uno de los mayores errores cometidos por la versión mexicana del neoliberalismo fue creer que las oficinas públicas podían funcionar como empresas privadas, que sus directivos no eran funcionarios sino gerentes, que los ciudadanos eran los clientes y que los empleados no respondían a las reglas generales sino a su propia creatividad. Como si darle viabilidad administrativa al cumplimiento de las leyes y garantizar los derechos equivaliera a vender Coca Colas o administrar Walmart, al comenzar el siglo XXI se fueron imponiendo el lenguaje y las prácticas de la iniciativa privada, con una visión que corrompió y dio al traste con la eficacia de los gobiernos.

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Con letras de oro

Publicado en El Universal

Por Mauricio Merino

A iniciativa del Patronato del Ateneo Español en México, que guarda la memoria de la república española abatida en 1939, el gobierno y el Poder Legislativo mexicanos han conmemorado el octagésimo aniversario de la llegada del buque Sinaia, que fue el primero de los transportes exclusivamente dedicados a cobijar en nuestras tierras a los republicanos derrotados por las armas, pero invictos en sus convicciones. El viernes pasado, como culminación de una larga serie de acontecimientos destinados a rememorar la profundidad de ese episodio, la Cámara de Diputados inscribió con letras de oro en el muro de honor del Congreso mexicano: “Al exilio republicano español”.

Nunca fue más oportuna esta memoria. Desde luego, por la gratitud mutua que se deben los exiliados españoles y los mexicanos: los primeros, por la generosidad del presidente Lázaro Cárdenas y de su esposa, doña Amalia, quienes los abrazaron desde un principio sin titubeos ni condiciones; y los segundos, por el caudal de aportaciones que ese grupo de casi tres decenas de miles de hombres y mujeres trajo a la ciencia, a la cultura, a las artes, a la economía y a las instituciones del país y que siguen rindiendo frutos frescos. Pero esa memoria es oportuna y hasta urgente, digo, no sólo por la gratitud recíproca y el valor de los recuerdos, sino por la potentísima vigencia de las lecciones que legó.

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Volvernos a pensar, para sobrevivir

Publicado en El Universal

Por Mauricio Merino

No hay procesos de cambio de envergadura histórica que hayan carecido de acompañamiento intelectual. No me refiero a la propaganda producida desde el poder sino a la reflexión que se desata, inevitablemente, cuando el telón de la historia cae sobre una etapa y se abre a otra. Me refiero a la construcción de las ideas que producen horizontes capaces de trascender las batallas inmediatas. Sin acompañamiento intelectual puede haber ruptura, pero no transformación.

Me preocupa que los debates que se han sucedido hasta ahora en México no hayan logrado superar la crítica o la defensa del pasado. Lo que tenemos es el predominio de la polarización entre quienes creen que todas las decisiones tomadas por el nuevo gobierno de México son o serán correctas por la bondad de sus propósitos y quienes afirman, en cambio, que todas son un desacierto o una trampa de la nueva mafia del poder para eternizarse en los controles del Estado. No hay mucho más, ni tampoco parece otear la más mínima intención de superar los discursos de confrontación, descalificación y negación. Como si no estuviéramos hablando del Estado sino de una religión, el país se fractura entre dos credos.

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