Las personas en situación de migración en México no pierden de ninguna manera sus derechos humanos, pero en la realidad los principales derechos que se les vulneran son a la seguridad jurídica, al trato digno, a la integridad y seguridad personal, a la legalidad y a la libertad.
Por Daniel Cortés Martínez
@danielcormar89
Uno de los principios fundamentales de los derechos humanos que podemos encontrar mencionado constantemente en convenciones, declaraciones, resoluciones e instrumentos internacionales, es el de la universalidad. Éste establece que todas las personas tienen los mismos derechos humanos, sin importar el lugar de residencia que tengan, su nacionalidad, sexo, origen étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra característica o situación particular. En otras palabras, los derechos humanos son inalienables, esto quiere decir que no deben suprimirse, y pertenecen a todos los seres humanos por el simple hecho de ser precisamente humanos, y no pueden ser negados a ninguna persona por diferencias culturales, políticas, históricas, sociales o económicas.
En ese sentido, las personas que inician o están en un proceso migratorio en curso no pierden de ninguna manera sus derechos humanos por esa condición migratoria, ya sea por situación de migración forzada, voluntaria, permanente, temporal, regular o irregular. Sin embargo, la realidad de las personas en situación de migración es muy distinta puesto que se enfrentan constantemente a prácticas y discursos discriminatorios que vulneran de múltiples formas sus derechos humanos. De acuerdo con datos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), las quejas que han recibido de las personas en situación de migración en México arrojan que los principales derechos que se les vulneran son a la seguridad jurídica, al trato digno, a la integridad y seguridad personal, a la legalidad y a la libertad.
Detrás de estas quejas, la propia CNDH ha logrado documentar las situaciones específicas en las que ocurren las violaciones a los derechos humanos de las personas migrantes en distintos momentos del proceso migratorio; por ejemplo, durante el aseguramiento sufren de robos o extorsiones, golpes, amenazas con armas, y son detenidos arbitrariamente por autoridades que no tienen facultad para llevar a cabo esas funciones. Por otra parte, las personas migrantes que acuden a las estaciones migratorias carecen de servicios sanitarios o condiciones dignas para su estancia, sin posibilidad de acceder a atención médica de calidad o a medicamentos, viven en condiciones de hacinamiento, y en la mayoría de las ocasiones sin información pertinente y necesaria sobre su situación migratoria o los pasos a seguir para cualquier tipo de trámite que garantice la protección de sus derechos.
En el caso de las infancias en condición de migración se enfrentan, por ejemplo, a la privación de la libertad, situaciones en las que son separados de sus familias, hacinamiento en áreas destinadas para personas adultas y, en general, no tienen un trato diferenciado o especial por su condición de menores. La situación de las mujeres migrantes es todavía más delicada puesto que enfrentan una realidad de vulnerabilidad adicional por cuestión de género, entre los que se encuentran la falta de atención de personal femenino en el traslado a las estaciones migratorias y en su estancia en las mismas estaciones, lo que tiene como consecuencia que sufran tratos vejatorios como el despojo de sus ropas para supuestas valoraciones médicas, o son sometidas a revisiones corporales invasivas, e incluso existen múltiples casos de tocamientos indebidos y violaciones por parte de agentes estatales. Además, tampoco tienen acceso a servicios médicos diferenciados, y las mujeres embarazadas reciben poca o nula atención médica.
Existen otro tipo de violaciones a los derechos humanos que son particularmente preocupantes por la omisión de las autoridades y la falta de atención integral por parte del Estado mexicano, como son la trata de personas y el secuestro de personas en situación de migración. México es un país de origen, tránsito y destino de personas migrantes, y por ello es susceptible de presentar tanto trata transfronteriza, pero también un gran problema de trata interna en el que miles de personas incluyendo niñas y niños son víctimas de este delito, el cual está estrechamente vinculado con los flujos de migración, la pobreza, la degradación del tejido social, la desigualdad y el crimen organizado.
Así pues, es necesaria e imperativa la creación o el fortalecimiento de políticas públicas destinadas a atender y prevenir las violaciones de los derechos humanos de las personas migrantes, además del diseño de estrategias de corte regional para romper con los patrones sistemáticos de vulneración por medio de protocolos de prevención, identificación y atención a víctimas. El respeto irrestricto a los derechos humanos de las personas en condición de migración sigue siendo una tarea pendiente del Estado mexicano, que no ha logrado formular una política migratoria integral con una perspectiva de género y de derechos humanos, y que en su omisión y letargo continúa perpetuando la serie de violaciones sistemáticas mencionadas.
* Daniel Cortés Martínez (@danielcormar89) es coordinador de la Causa de Defensa de los Derechos de las Personas Jornaleras Agrícolas Migrantes en Nosotrxs (@NosotrxsMx).
Publicación original: https://www.animalpolitico.com/analisis/organizaciones/nuestras-voces/derechos-humanos-personas-migrantes