Portada

Informe “Maternidad infantil y adolescente en Coahuila: 2019”

No hay lugar a dudas que el embarazo infantil y adolescente es un problema complejo cuya prevención, atención y erradicación no puede posponerse más. El recorrido por los datos, legislación, informes y estadísticas muestra que las causas de su origen tienen una fuerte relación con la normalización de la violencia sexual de la que niñas, adolescentes y mujeres adultas son víctimas.

Por ello y con la intención de visibilizar la situación, la asociación Matatena —a la cual Nosotrxs ha dado seguimiento a través de su Programa de Liderazgo e Innovación para la Democracia— realizó el informe  “Maternidad infantil y adolescente en Coahuila: 2019”, el cual fue respaldado por organizaciones y colectivas como Nosotrxs, Saltillo Decide, Asociación Cívica de la Laguna, Incide Femme, Defensoras Digitales Coahuila y Sí hay mujeres en Durango, entre otras.

El informe cuenta con estadística sobre maternidad infantil y adolescente, un análisis sobre el panorama de violencia sexual y el marco legal del estado de Coahuila, así como recomendaciones para abordar la problemática desde el gobierno y la sociedad civil organizada.

Consulta y descarga el Informe Maternidad infantil y adolescente en Coahuila 2019 (Matatena) BAJA.

Convocatoria Yo Construyo Paz_Page_1

Participa en nuestro programa de formación #YoConstruyoPaz

Frente a un panorama cada vez más desolador a causa de la pandemia y sus consecuencias a nivel económico, político, social y de salud, es necesario construir lazos con la ciudadanía para proponer respuestas y soluciones al discurso de odio y a las distintas violencias que nos atraviesan como sociedad. 

Nosotrxs te invita al programa de formación en cultura de paz, #YoConstruyoPaz, con contenidos teóricos y propuestas prácticas, así como para el fortalecimiento de lazos de colaboración y apoyo mutuo dentro y entre las comunidades. 

Consulta la convocatoria:http://bit.ly/ConvYoConstruyoPaz.

Conoce más aquí.

Regístrate: http://bit.ly/programayoconstruyopaz

¡Construye paz!

 

amlo

La participación ciudadana como acto de fe

Por: Francisco Robles

Este año se ha vuelto a poner de moda hablar de la participación ciudadana como una
herramienta para fortalecer la democracia de nuestro país. Sin embargo, como en aquella fábula
en la cual tres personas con discapacidad visual intentaban describir a un elefante basándose
únicamente en lo que percibían al tocarlo, cada quién sigue entendiendo a la participación
ciudadana, y a la propia democracia, como puede o como le dicen que debe entenderla.

En nuestro México siguen existiendo mecanismos deficientes que no hacen más que crear la falsa
percepción de que la opinión del ciudadano promedio realmente puede ser escuchada y que, de
una u otra forma, el poder sigue estando en las manos del pueblo como lo promete la etimología
de la palabra democracia. Pero la realidad es que llevamos años tropezando con las mismas
piedras. El hartazgo se ha ido acumulando y se ha agravado en los últimos meses con la frustración
de quienes salimos a votar en las elecciones pasadas en busca de algo, o alguien, diferente y nos
hemos topado con la triste realidad de ver pintadas las instituciones en otro color y poco más.

Es cierto que el ejecutivo federal ahora mantiene una relación más o menos directa con los medios
de comunicación y que eso ha permitido que gran parte de la población se mantenga informada
de sus actos y decisiones mediante sus ya famosas conferencias matutinas, pero dicha
comunicación resulta muy poco alentadora cuando revisamos el abrumador porcentaje de frases
falsas o engañosas que se han comunicado a la población en dichas conferencias.

Este gobierno nos ha vendido con la etiqueta de participación ciudadana votaciones a mano alzada
y encuestas realizadas sin rigor técnico o legal alguno que solo buscan legitimar decisiones
políticas ya tomadas y que no aportan nada de manera concreta a la construcción de una sociedad
realmente participativa y consciente de su rol en la vida democrática del país.

En Baja California, mi estado, seguimos en la incertidumbre de no saber cuánto tiempo
permanecerá en el cargo el Gobernador Bonilla porque, aunque lo elegimos para ser gobernador
durante dos años, aparentemente nuestro voto vale cada vez menos y ellos tienen la última
palabra.

A pesar de todo esto, y sin importar cuantos intentos de hacernos perder la fe siga haciendo la
clase política del país, debemos mantenernos firmes en la exigencia colectiva de derechos. No son
obsequios otorgados por el gobierno en turno, el anterior o el siguiente, son derechos que deben
ser respetados y exigidos de manera permanente para que no se les olvide.

Si los mecanismos de participación ciudadana que nos brinda el estado no son adecuados,
insistamos hasta que se perfeccionen. Si la rendición de cuentas no se cumple, alcemos la voz en
conjunto hasta que se nos escuche. Si nos dicen mentiras, evidenciemos a los mentirosos.

La participación ciudadana definitivamente es un acto de fe, pero debe dejar de ser una fe
centrada en que llegará un salvador a cambiar nuestro país. Debemos tener fe en que nuestras
acciones, las de todos, poco a poco, serán las que tracen el camino hacia un México con una
verdadera participación ciudadana y una democracia sana.

WhatsApp Image 2019-10-26 at 4.47.04 PM

Encuentro con Nosotrxs: organización para la acción colectiva

Publicado en Animal Político

Por: Yazmín Aburto Z.

El pasado sábado se realizó el Segundo Encuentro Nacional de Nosotrxs, un movimiento organizado de personas al cual me he sumado por congruente y por necesario en los tiempos que corren en México. Tuve el honor de haber sido invitada para compartir algunas ideas durante el encuentro, desde la visión de quienes hemos sido participantes y facilitadoras del Programa de Liderazgo e Innovación para la Democracia (LID), principal mecanismo de formación de Nosotrxs, concentrado en ‘generar capacidades de organización para la acción colectiva, para identificar y desarrollar liderazgo en otros y para construir poder a partir de los recursos propios de cada comunidad’. Ahora, tengo el doble honor de compartir esas ideas a través de este texto.

Soy Yazmín y vengo de la región Bajío, de Morelia. Me encuentro en ese momento de la vida de las humanas contemporáneas en el que, si bien me va, he llegado a la mitad de mi existencia. Quizá me equivoque, pero tengo la impresión de que es un momento crucial de la vida, de quiebres y renovaciones. Es cierto que todos los momentos de nuestras vidas tienen ese potencial, pero creo que en este breve lapso, en el que estadísticamente se está a la mitad del camino, la imagen de haber llegado al horizonte de una playa para comenzar a navegar hacia la siguiente, la del destino final, es irrefutable.

En este momento crucial es que me he encontrado con Nosotrxs: con el movimiento, con la organización, con las personas. Yo estaba preguntándome como en la adolescencia quién soy, a dónde voy, qué quiero hacer con mi vida; y ya como adulta, también me cuestionaba cómo hago para no perder el tiempo haciendo cosas que no tienen sentido. Así, en junio de este año, cuando indagaba como ingresar de lleno en el mundo de la organización ciudadana, gracias al azar que permanentemente nos vigila, me topé con la convocatoria del Programa LID. Cuando leí las bases, revisé los contenidos de la página de internet y repasé el manifiesto, lo digo sin ambages, comencé a sentirme acompañada. Había líneas y frases que casi podrían estar calcadas de cosas en las cuales creo y cosas que vislumbraba pero que no había podido poner en palabras, les comparto algunas:

Todas las personas hacemos política siempre que opinamos sobre lo público y actuamos en el espacio público (y a veces, también en el privado).
Las instituciones y los servicios públicos no son patrimonio de un partido o un grupo político, menos aún de un individuo. Y en el conjunto de esas instituciones y servicios hay un amplio espectro en cuanto a derechos materializados: no todo está bien, pero no todo está mal.
El agravio no es la fuente de inspiración deseable para impulsar transformaciones sociales, políticas y económicas.
Las personas, la ciudadanía, no solo el gobierno, somos responsables del bienestar de nuestras comunidades.
Los intermediarios políticos, los gobiernos, no pueden por cuenta propia resolver todos los problemas que aquejan a nuestras sociedades; y si los dejamos solos, lo más probable es que nuestros derechos se vean vulnerados, sea por omisión o por coacción.
La democracia es un régimen político tan frágil como potente, que debe entenderse y atenderse cotidianamente, permanentemente.
Y la más hermosa para mí (porque de entre todas las condiciones, valores o derechos el que prefiero y antepongo es la libertad): “mi libertad no termina donde comienza la tuya, mi libertad comienza donde se une con la tuya”.
PUBLICIDAD

Así, en este nuestro siglo XXI, cuando la sociología, la filosofía y la psicología encuentran consenso en que dos de las principales características de nuestras sociedades son la exacerbación del individualismo y la dilución de las fuerzas colectivas… en ese contexto, que nos aliena y, a veces, hasta nos hace sentir desoladas, haber cursado y haber sido facilitadora del Programa LID de Nosotrxs me ha reconfortado y reanimado porque en ambos espacios he palpado y he visto materializada la contracorriente a esa idea o condición -al individualismo me refiero- que nos aísla como personas y debilita nuestras comunidades. Formar parte de esta corriente, podríamos decir, disruptiva, me emociona y me inspira.

Mi tránsito profesional me ha permitido encontrarme con personas en el ámbito académico, empresarial y del servicio público. Estar en el espacio de la sociedad civil organizada me permite percibir –por no decir concluir- que hay entre nosotras valores –como la empatía, la solidaridad, la generosidad, el respeto y la disposición al diálogo- cuyo arraigo y hasta desmesura son auténtica levadura, inspiración y combustible para diseñar, construir y alcanzar cambios positivos en nuestras sociedades, que no sean solo teoría, concesión o promesa, sino profundas mutaciones que perduren, en tanto propiedad y responsabilidad de nosotras, las personas.

A nombre de quienes facilitamos el Programa LID 2019, agradezco, por una parte, al equipo central de Nosotrxs, a su Comisión Ejecutiva y a su Dirección Ejecutiva. Primero, por habernos seleccionado para formarnos como formadoras y, segundo, por habernos invitado a ser parte del grupo de facilitadores y facilitadoras que hoy, de alguna manera –presentes o a la distancia-, nos encontramos aquí para rendir cuentas de un trabajo de dos meses que, aunque está concluyendo, abre un nuevo ciclo en el que estoy segura que seguiremos expandiendo el poder que desde 2017 Nosotrxs ha venido acumulando y expandiendo para generar cambios en México.

También agradezco a cada una de las personas que participaron en el Programa LID, que hoy concluye, por la confianza que depositaron en nosotras para poderlas guiar en este primer encuentro con la metodología y herramientas para la organización colectiva y la exigencia de derechos. Les tenemos una profunda gratitud por habernos compartido sus conocimientos y sus experiencias, y sobre todo por habernos expuesto (en el sentido amplio de la palabra) sus dudas y sus certezas, sus frustraciones, sus rabias, sus miedos, sus fuentes de inspiración, sus logros, sus sueños, sus causas, sus espíritus. Permanece invariable mi convicción de que cuando formamos a otras personas somos nosotras quienes terminamos acumulando la mayor cantidad de lecciones.

También les doy las gracias porque a lo largo de dos meses nos han dado la oportunidad de conocer y construir uno de los pilares de la metodología y del movimiento: el liderazgo colectivo… ese planteamiento que trastoca formas, usos, estilos y hasta consignas arraigadas en nuestra cultura política, que rompe con la barrera de los otros; sin duda, gracias a ustedes hemos podido tomar la responsabilidad de facilitar que otras personas logren un propósito y se desarrollen. Ello, no lo dudo, tiene como consecuencia que esta bola que somos se esté expandiendo como un universo naciente; que estos ladrillos que estamos forjando, construirán, desde abajo y en armonía una mejor sociedad; que este virus benigno (como dice una de las participantes del programa) esté inoculando y convenciendo a más personas de que el Estado, el poder y la democracia son nuestros; que estos copos de nieve que somos están armando una potente tormenta que revoluciona conciencias que no se detendrá.

Tengan la certeza de que, como dice Luis Fernández, director ejecutivo de Nosotrxs, ‘potenciaremos y honraremos el tiempo que han dedicado al Programa LID, así como las palabras e ideas que han vertido en sus tareas y proyectos’.

Tomo, para cerrar, las palabras de Miguel, uno de los facilitadores de la región Norte: “después de este proceso, en donde nos compartimos, en donde abrimos nuestras mentes y nuestros espíritus, nos hemos quedado abiertos, con la potencia para replicar lo aprendido en todos los espacios que habitamos, los haremos de una manera integradora, edificante y amorosa. Repito esto no es un cierre, es el comienzo de un nuevo ciclo”.

encuentro_pic

Reflexiones de un facilitador Programa LID

Publicado en El Sol de México

El Programa LID es parte de un proyecto de formación emprendido por Nosotrxs, que busca el establecimiento de liderazgos regionales para la exigencia de los derechos en el país. La dinámica de trabajo es a través de sesiones prácticas online por medio de videoconferencias y de reflexión teórica en una plataforma de ambientes de aprendizaje a distancia. Los contenidos están conformados por una serie de conceptos, preceptos y definiciones que deben ser comunes para quienes tomen el curso. Es decir, se busca que las y los participantes se apropien de un lenguaje: el de los derechos.

Para la implementación del programa este año se dividió al país en siete regiones; tuve la fortuna de ser facilitador del curso en la región Centro, que fue conformada por grandes seres humanos procedentes de Hidalgo, Morelos, Puebla y Tlaxcala. Desde la primera sesión, la emoción permeó el juicio y entorpeció las palabras. Era difícil saber qué hacer al ver múltiples rostros iluminando la pantalla de mi ordenador. Esas caras pertenecían a los nombres que había leído en una tabla y sabía que cada persona llenaba el espacio de una fila, sólo que ahora tenían presencia, voz y pedían la palabra de forma virtual. En ese momento, pude asociar la intención de un proyecto a un nombre, podía darle un rostro a ese deseo escrito en un texto frío; esas personas estaban ahí y con atención escuchaban lo que teníamos que decirles, porque les interesaba y les hacía sentido. Qué emoción más bonita.

En todas las sesiones se repetía el proceso interno de conquistar los nervios, buscar las mejores palabras, asignar turnos, escuchar, recordar la metodología de Ganz, seguir el manual, controlar tiempos, ajustar contenidos, realizar actividades, continuar con la sesión, escuchar, reír, empatizar, reflexionar y, a la par, intentar comprender aquello que les movía a esas personas, sus proyectos, sus intenciones, su historia, la historia de nosotros y del ahora.

En todas las sesiones surgieron dudas que intentamos resolver y durante todas las reuniones descubrimos cosas nuevas. Sea por la experiencia compartida de los demás o porque realmente el lenguaje que comenzamos a hablar tomaba sentido, cada vez nos acercábamos más a nuestros objetivos. Nosotros como facilitadores, logrando comunicar los contenidos de la metodología y los participantes, incorporando los conceptos a su praxis, reflexionando, participando y, sobre todo, haciendo. Sin percibirlo, esta dinámica de trabajo nos fue uniendo más y más.

Al reflexionar en lo individual y luego colectivamente conceptos teóricos como: Gobierno Abierto, el Mérito como Valor Público, Democracia Participativa, Cooptación de lo Público, Control Democrático, Justicia Insatisfecha y un largo etcétera, pude darme cuenta cómo esas ideas iban permeando las intervenciones de las y los participantes, en los breves pero significativos espacios de reflexión; cada vez se iba incorporando el lenguaje de los derechos a nuestra cotidianeidad. Ser consciente de ello me emocionaba mucho.

A través de una pantalla estábamos logrando algo importante para quienes volcaron su intención y deseo por estar y por continuar en el curso: ellas y ellos que aspiran a mejorar la vida de las mujeres, de la infancia, de las personas vulnerables y vulneradas, que luchan por los derechos sexuales y reproductivos, por la dignidad de las personas, por mejores servicios públicos… Conecté con personas que anhelan un mundo mejor, que encontraron un camino para hacerlo y que poco a poco van conquistando esos espacios.

Me da mucha satisfacción pensar que a estas maravillosas personas les mostramos una forma ordenada de hacer las cosas ya que, durante el curso, algunxs participantes nos compartieron que ya estaban aplicando, con buenos resultados, ciertos elementos de la metodología en sus causas, lo cual es increíble.

Ser facilitador de este curso le ha dado un respiro a mi día a día. Robarle horas al sueño para pensar, reflexionar y aprender el lenguaje de los derechos; organizarme para compartir esos fugaces momentos con seres humanos valiosos; romper barreras propias para ser empático con sus causas, entenderlas y tratar de aportarles algo, son cosas que han dejado mucho en mí. Es el camino que estaba buscando como pedagogo, como profesionista, como ciudadano y como persona. Pertenecer al programa de formación LID ha sido para mí un despertar.

Los proyectos que hemos ayudado a construir me hacen sentir parte de algo muy grande, que creo tendrá eco y resonancia en todo el país, porque el lenguaje común que ahora hablamos y que está presente en nuestras narrativas está potenciado por la organización colectiva que ya se creó y que se sumará a los esfuerzos de las demás regiones, y eso es profundamente esperanzador.

Después de esta experiencia de crecimiento personal comprendo cabalmente, porque pude vivirlo en carne propia, el precepto de Nosotrxs que dice: “mi libertad no termina donde comienza la tuya, mi libertad comienza donde se une a la tuya.”

20180112-20180111-turkiyede-624-cocuk-anneleriyle-cezaevinde18fb3c0fbca1ca1dbeae4bc93a-image4e938e-image

El interés superior de la niñez que vive en prisión: el costo de la paridad de género

Por: Itzayana Borgua

El pasado 17 de octubre, la Comisión de los Derechos de la Niñez y Adolescencia del Senado de la República, aprobó el dictamen que reforma la Ley Nacional de Ejecución Penal y la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, en el que se incluye el enfoque de paridad de género para que se contemple a mujeres, niñas y niños en reclusión, y reconozca a los varones en prisión, para que puedan permanecer con sus hijas e hijos.

La búsqueda de la paridad de género en México ha llevado a algunos legisladores a crear acuerdos y decretos con buenas intenciones más que con justificaciones objetivas y apegadas a la realidad vigente. La reciente inclusión para que los hombres privados de la libertad también puedan permanecer con sus hijos, refleja la falta de experiencia de las y los legisladores respecto a los centros penitenciarios y lo que conlleva vivir en prisión.

Es un hecho que las niñas y niños que viven con sus madres privadas de la libertad no deben vivir en las prisiones, por las razones expresas en el Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria 2018 de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), en el cual se exhibe que los centros penitenciarios, tienen serios problemas de hacinamiento, sobrepoblación, autogobierno y falta de clasificación penitenciaria. Situaciones que se exacerban en las prisiones varoniles.

En el supuesto que se permita que las niñas y niños permanezcan con sus padres en prisión, estas problemáticas deben ser primero erradicadas. Sin embargo, la reciente fuga registrada en el penal de Aguaruto, Sinaloa, hacen evidentes las grandes deficiencias del actual sistema de reinserción social.

Aunque la justificación para esta ley haya sido ‘salvaguardar el interés superior de la niñez’ es un hecho que este será violado y que además quienes proponen este dictamen, no prestaron atención al Diagnóstico de Maternidad y Paternidad en Prisión realizado y presentado por Reinserta ante la Cámara Alta el pasado 1 de octubre, en el que se demostraron las condiciones en las que viven los menores y los años que les ha tomado para mejorar la estancia de las niñas y niños que se encuentran cumpliendo condenas que no son suyas. 

Es necesario replantearse el significado del término ‘interés superior de la niñez’. Es cierto que los hombres y mujeres tienen el derecho a ser madres y padres, pero no a costa de la integridad, salud y bienestar del menor, sobre todo cuando ni la CNDH ni los directores de algunos centros penitenciarios conocen la realidad en la viven, tal como Saskia Niño de Rivera, lo expone en una de sus entrevistas realizadas en 2018, ya que permitir que los menores vivan en las prisiones, perpetúa la violación sistemática de los derechos de la infancia.

alianza-juventudes

Órale: Orientando laboralmente a las juventudes

La falta de empleo es parte de la violencia económica que vive México; el que afecta a las juventudes, una de sus expresiones.

Por: @MiguelAgustin_ 

La falta de empleo es parte de la violencia económica que vive México; el que afecta a las juventudes, una de sus expresiones. El daño generado por este se manifiesta en la dimensión objetiva de un derecho humano vulnerado y en la dimensión subjetiva (poco proyectada todavía) que significa la herida abierta en generaciones completas cuyo tiempo y sentido se diluye permanentemente en un territorio donde se precariza la vida de forma cada vez más amplificada.

El acceso a un empleo digno, inclusivo y pleno es un requisito indispensable para la estabilidad y el desarrollo sostenible de cualquier sociedad contemporánea. Datos de la OCDE sobre México, visibilizan que más de seis millones de personas jóvenes (21%) carecen de oportunidades de educación y de empleo y donde las últimas —en el “mejor de los casos”— se dan dentro del segmento de la economía informal; territorio donde casi 9 millones ejercen sus distintos saberes para obtener un ingreso (60% del total de jóvenes activos laboralmente). 

Adicionalmente, las pocas y casi nulas posibilidades de tener un empleo formal que permita el desarrollo integral de las y los jóvenes; las escasas o deficitarias opciones para ingresar o permanecer en el sistema educativo; la remota posibilidad de adquirir una vivienda propia o de tener seguridad social; el mínimo acceso a actividades artísticas y culturales de calidad, y la deuda afectiva, de adherencia y de referencialidad a modelos de vida saludables, ha contribuido al aumento del involucramiento de niñ@s, adolescentes y jóvenes en actividades ilícitas y/o informales. 

Uno de los tantos problemas —más allá de los de carácter sistémico relacionados a la redistribución del poder y el capital— de la falta de trabajo ha sido su abordaje predominantemente productivo. El trabajo ha sido poco mirado desde su dimensión dignificadora. Hannah Arendt, quien pensó sobre la condición humana; abordó el trabajo como una de las actividades ligadas a esta (junto a la labor y la acción). Arendt, quien intentó reposicionar el valor de la vida activa respecto a la vida contemplativa (históricamente vista como un modo de vida “superior”), coloca al trabajo como aquella actividad cuya condición humana es lo no natural, lo terreno; pero que a su vez es justo la actividad articuladora que posibilita el acceso al mundo de la acción, de la palabra, de la comunidad y por ende al mundo de la historia y de la trascendencia. 

Trabajo, labor y acción estaban ligadas a una condición más general: la de la existencia a través de la natalidad y la mortalidad; lo que permite a la persona distinguirse del resto de la naturaleza es la capacidad de construir la historia. El trabajo permite modificar la naturaleza, conceder a través de lo creado una medida de permanencia y durabilidad; permite romper “el efímero carácter del tiempo humano”. Si bien es cierto que el trabajo es pensado por Arendt desde la mundanidad y es una actividad de carácter finito que eventualmente vuelve a su naturaleza inicial; es también  una actividad que para las personas permite subjetivar y construir identidad; que permite otorgar estabilidad al mundo natural y de relación en donde las personas existen; una posibilidad de dominio, del entorno; pero también de los actos y del sí mismo.

En este sentido, el trabajo no es exclusivamente lo que tradicionalmente hemos entendido como empleo; el trabajo es previo e independiente a su materialización en términos de producción de capital. El trabajo como nos hace mención Arendt es una actividad humana, íntimamente ligada a su condición. El trabajo se distingue de la labor natural por su capacidad de interferir en el ciclo repetitivo y ahistórico de la naturaleza; las ideas, el pensamiento previo y la palabra son elementos que distinguen el trabajo hecho por las personas del trabajo que podríamos atribuir a otros seres vivos; es decir, para que el trabajo sea posible se requiere de una idea, pero también de un saber, de un poder hacer, de un conjunto de conocimientos que permitan transformar el entorno en algo tangible o no, que satisfaga una necesidad humana. Esto es importante; el trabajo está fuertemente vinculado al concepto de necesidad y éstas pueden estar dadas en múltiples dimensiones también; desde las concretamente materiales hasta las ontológica y teleológicamente subjetivas que tienen que ver con nociones como la autorrealización, el autoconcepto o el sentido de trascendencia.

Además, antes del trabajo y mucho antes del empleo como una expresión de este dentro de un sistema económico particular, está el saber como conjunto de experiencias adquiridas y perfeccionadas que las personas tienen y las vinculan consigo mism@s y con los otr@s y que implican la posibilidad de tejer un puente con el mundo. Las personas adquieren conocimiento y experiencia a partir de su conexión con éste. El reconocimiento de lo que sabemos es también el reconocimiento de lo que podemos hacer, y contribuye a la construcción del querer ser y de la identidad que a partir de ello se construye.

El reconocimiento de saberes es una parte fundamental para la construcción individual y colectiva de personas y comunidades. Mirar y reconocer las capacidades y las de las demás personas contribuye a entendernos, a conocernos. Las identidades están ligadas fuertemente a esto; no solo eso, el saber y su puesta en marcha como trabajo, puede permitir a la persona fortalecer otras dimensiones resilientes como la competencia social, la adaptabilidad, el goce personal, la autorregulación de habilidades cognitivas y emocionales y la solución de problemas y conflictos.

Es fundamental además reconocer todas las dimensiones del trabajo, desde lo que implica previamente tener un saber hasta la dimensión posterior que implica el empleo. Ampliar nuestra noción sobre el trabajo puede contribuir a la construcción de una base más sólida sobre la cual sostener el énfasis productivo que el mercado actual exige, sin por ello, debilitar a las personas y a las comunidades como se ha venido dando en las últimas décadas.

Un proceso formativo que amplié la mirada sobre el trabajo, el empleo y los saberes con las personas jóvenes que inician a mirar su tránsito de relaciones sociales hacia el círculo del empleo puede contribuir no solo a que estas desarrollen más habilidades y competencias, sino que exista una base motivacional más sólida por la cual se apueste a la dignidad y a la construcción de un proyecto de vida, haciendo así, mucho más efectivo su proceso de inclusión y permanencia. Distintos programas, modelos y políticas públicas buscan ello en la actualidad; su coordinación como sistema es fundamental; su complementariedad necesaria. Entre todos estos está #Órale, un modelo probado de aprendizaje integral, orientado a juventudes de entre 16 y 28 años que deseen desarrollar habilidades para la vida y competencias laborales que les permitan volver a la escuela o conseguir un empleo.

#Órale fue creado por la International Youth Foundation que cuenta con más de 25 años de trabajo continuo preparando jóvenes para ser ciudadanos comprometidos en su comunidad y que actualmente trabaja en 101 países. Este modelo se ha implementado en Ciudad Juárez y Tijuana bajo una estricta sistematización de procesos, protocolos e instrumentos de operación, en donde a partir de 9 evaluaciones de impacto sabemos que el 70% de los jóvenes graduados obtienen un empleo formal o regresan a estudiar. Resguardado actualmente por la organización Vínculos y Redes A.C. #Órale ha sido replicado en las ciudades de León, Guadalajara y Puebla, y este año, el día 28 de octubre, iniciará su implementación en la Ciudad de México.

El acceso a un empleo formal mejora la calidad de vida de la persona joven a través del ingreso a la seguridad social, a una formación laboral y a su participación en comunidades locales que les brindan otras oportunidades de crecimiento; es además un paso para su desarrollo socioeconómico. Un empleo es la oportunidad de aprender nuevas habilidades y conocimientos que contribuyen al autoestima, la autovaloración y el sentido de trascendencia. Un trabajo digno o formar parte de un nivel educativo formal son factores protectores para las personas; la ocupación del tiempo en una actividad que además de productiva, puede fortalecerlas y si bien este no necesariamente debe ser visto como una dimensión que necesita ser colmada por la persona para significarse, hacerlo puede ser una conducta de protección frente a contextos donde el riesgo está presente. 

#Órale abre una ventanita para las juventudes de este país y de esta ciudad.

¡Súmate!

 

Más información en: 

FB: Órale CDMX

72 61 68 40 / 72 61 47 24

LID_IEC-02

Programa LID: las causas que le dan vida a un movimiento

Publicado en El Sol de México

Por: Noé Ramírez

En Nosotrxs, después de la formación para facilitadores, arrancamos el proceso de implementación de 7 Programas de Liderazgo e Innovación para la Democracia (LID) en diferentes regiones que abarcan todos los estados del país. Serán dos meses a partir de los cuales se concretarán diversos proyectos de exigencia de derechos en todo el territorio nacional.

Quienes cursan el Programa, cuentan con proyectos que buscan combatir la vulneración de derechos en poblaciones particulares a partir de una metodología específica que ha sido desarrollada desde Nosotrxs. Se trata, pues, de personas comprometidas con causas sociales, y desde el Programa LID pretenden potenciar sus acciones con el fin de hacer efectivos los derechos fundamentales reconocidos en nuestro marco constitucional.

Si bien son decenas de proyectos que se espera sean llevados a cabo al término de las implementaciones, se puede hacer mención de 3 proyectos en particular que son impulsados por participantes de la región metropolitana: Regina Miranda, María Fernanda Bustos y María José Martí. Los proyectos de estas tres participantes, dan cuenta de la diversidad de causas que confluyen en Nosotrxs.

Regina, por ejemplo, trabaja con jóvenes voluntarios que integran un equipo BRISA (Brigadas para el Bienestar Integral), quienes se coordinan con miembros de las comunidades y autoridades locales, planean y organizan brigadas que incluyen actividades culturales, educativas, atención médica, odontológica, psicológica, veterinaria…, las cuales forman parte de un programa de desarrollo de servicios comunitarios orientado a la creación de capacidades para la participación política y el bienestar integral.

María Fernanda, por otra parte, busca construir un Observatorio Ciudadano de los servicios de salud que contemple lo siguiente: a) mapa de la desigualdad en el acceso a los servicios de salud, segmentado por edad, género y nivel de atención, como evaluación de la política pública en salud; b) monitoreo de avance en México de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en salud; c) laboratorio de políticas públicas en salud con perspectiva multidisciplinaria, a través del cual se proporcionen herramientas teóricas a sociedad civil interesada, para la construcción de recomendaciones y generar espacios de innovación social para la implementación de estrategias de incidencia y exigencia colectiva; d) Plataforma para impulsar, articular o facilitar activaciones sociales en momentos coyunturales.

Por último, María José, fundadora de la asociación La Bola, trabaja con población en reclusión y genera programas de apoyo psicológico, artístico y laboral para las personas pertenecientes a este sector. Se trata de una causa que atiende a una de las poblaciones más olvidadas por el Estado y la sociedad y, en ese sentido, representa un enorme reto que requiere de voluntad y organización. En concreto, busca potenciar acciones que protejan los derechos de las personas adultas mayores en prisión con el fin de que tengan una vida digna.

Los ejemplos brevemente descritos, muestran la gran riqueza que las causas y proyectos de las participantes aportan a un movimiento como Nosotrxs. La potencia de cada uno de los proyectos es clara y el Programa LID tiene como objetivo último que vayan del potencial a la acción. Siempre, en bola organizada.

67408944_2191455927812438_671439294014947328_n

¿Pedagogía para qué ciudadanía?

Publicado en Animal Político

Por Marcela Aguilar, directora de Formación de Nosotrxs

En los últimos meses, la participación de la sociedad civil en nuestro régimen democrático ha sido motivo de polémica en diversos medios de comunicación. Los discursos y narrativas en torno al tema se han centrado en la discusión de múltiples ideas, tales como: ¿Sociedad civil fifí?, ¿Sociedad civil: el espacio público de la deliberación social?, ¿Sociedad civil igual a membretes?, ¿Sociedad civil debe recibir recursos públicos?, por mencionar algunas.

Si bien, el propio presidente de la República ha sido el actor más relevante en cuestionar y poner en duda el desempeño de la sociedad civil en los asuntos públicos –a partir de sus discursos y narrativas—, la configuración del alcance que pueda tener la sociedad civil organizada en la toma de decisiones de política pública y en la defensa colectiva de derechos, no debe depender de si ésta coincide o no con la visión del gobierno en turno, sino de las acciones e incidencia que logren para  consolidar el régimen democrático en nuestro país. Sin embargo, también es una realidad que la reputación de las organizaciones se construye –en alguna medida— a partir de sus acciones y del discurso dominante que logre imponerse y permear en la conciencia de todas y todos los ciudadanos.

No obstante, la ciudadanía mexicana se ha caracterizado por su escasa participación en la política, en la democracia y, en general, en los asuntos públicos. Según datos del último informe del Latinobarómetro, solo el 38% de la población apoya a la democracia, 1 de cada 2 mexicanos opina que este régimen tiene grandes problemas y solo el 18% de los mexicanos está satisfecho con su funcionamiento. El problema o riesgo que esto implica, radica en la construcción de una percepción del papel que desempeña la sociedad civil en la democracia, sesgada o equivocada. En otras palabras, cualquier actor o grupo con discurso sencillo, pero bien construido (y con un poco de suerte) tiene grandes posibilidades de gestar cambios políticos, persuadir actores y, por tanto, moldear la toma de decisiones que afectarán a todos los mexicanos.

Conscientes de ese riesgo y de la responsabilidad que implica construir una ciudadanía comprometida con mejorar las condiciones de vida de las y los mexicanos a partir del uso de las leyes e instituciones que ya existen en nuestro país, Nosotrxs apostó por la formación como uno de los principales ejes de acción. La formación para Nosotrxs consiste en la construcción de significados compartidos a partir de hacernos conscientes de la importancia de actuar en el presente, aquí y ahora, contra la vulneración sistemática de derechos.

Sin duda, dicha construcción constituye un gran reto para Nosotrxs y para la sociedad civil en general ante la indiferencia de un gran porcentaje de la ciudadanía por participar en los asuntos públicos. Por tanto, en Nosotrxs consideramos que para hacer frente a la vulneración de derechos, debemos empezar por difundir y hacer conciencia de la importancia de dar forma y contenido a la participación de las y los ciudadanos. Es decir, la formación para Nosotrxs, consiste en construir e incidir en la realidad del país a partir de la suma de las necesidades propias, la exigencia colectiva de los derechos que ya son nuestros y no como resultado de la adopción de un discurso dominante del Estado. Estamos a favor de la construcción de una realidad a partir de la narrativa resultado de la cohesión de la ciudadanía y no de la apropiación del discurso del gobierno.

Para ello, en el último año, Nosotrxs ha formado aproximadamente 180 líderes para la exigencia colectiva de derechos a través del Programa de Liderazgo e Innovación para la Democracia (LID), el cual tiene como objetivo capacitar a ciudadanos y activistas comprometidos con sus comunidades para organizar colectivos de exigencia de derechos en todo el país. El resultado: una red de líderes y activistas que hacen frente a la vulneración de derechos, a la corrupción y a la desigualdad que suman aproximadamente 30 proyectos de exigencia de derechos funcionando en colectivos ciudadanos en distintas partes del país, así como la puesta en marcha de la replicación del Programa LID en 7 regiones que incluyen todas las entidades federativas, con el cual esperamos formar 240 líderes más en los próximos meses.

El Programa LID para Nosotrxs ya es ejemplo y motivación para seguir actuando políticamente más allá de medios y plataformas electorales, pues las ideas importan, los medios e instrumentos importan, pero lo que más importa es el proceso mediante el cual se posibilita la construcción de un cambio político que todas y todos queremos ver en la vida democrática de nuestro país.