Solicitamos al Presidente de la República que impulse la ratificación del Convenio 189

[vc_row type=”in_container” full_screen_row_position=”middle” scene_position=”center” text_color=”dark” text_align=”left” overlay_strength=”0.3″ shape_divider_position=”bottom”][vc_column column_padding=”no-extra-padding” column_padding_position=”all” background_color_opacity=”1″ background_hover_color_opacity=”1″ column_shadow=”none” column_border_radius=”none” width=”1/1″ tablet_text_alignment=”default” phone_text_alignment=”default” column_border_width=”none” column_border_style=”solid”][vc_column_text]

Lic. Enrique Peña Nieto
Presidente de los Estados Unidos Mexicanos
PRESENTE. 

Señor Presidente,

Sigue en sus manos impulsar uno de los cambios más profundos para combatir la desigualdad en México: enviar, para su ratificación, al Senado de la República el Convenio 189 sobre el trabajo decente para las trabajadoras y los trabajadores domésticos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Un compromiso que asumió el gobierno mexicano desde el 31 de marzo del 2014. 

Quedan ocho días para que cumpla usted su compromiso, antes del término de la LXIII Legislatura. De no hacerlo, se habrá perdido la oportunidad de ratificar el único tratado internacional firmado por su gobierno en materia de derechos humanos y laborales, para modificar las condiciones de vida de uno de los sectores más discriminados y vulnerados del país.

Si continuamos en la ruta de la espera, seguiremos permitiendo que el 97 por ciento de las trabajadoras del hogar, al enfermarse, carguen con todos los costos porque no tienen acceso a la seguridad social; seguiremos permitiendo que haya personas que trabajen cada día 12 horas obligadas, porque la Ley Federal del Trabajo así lo permite; seguiremos permitiendo que el 63 por ciento de estas trabajadoras vivan en pobreza porque no reciben los bienes y servicios suficientes para cubrir sus necesidades básicas; y seguiremos siendo el país con la menor tasa de formalización laboral de trabajadoras del hogar en toda América Latina.

Está en sus manos pasar a la historia como el Presidente de México que logró derribar los muros de la segmentación social en los hogares mexicanos, como el Presidente que logró sentar las bases de la incorporación a la seguridad social del segmento laboral con mayor número de mujeres, como el Presidente que impulsó la protección social para el 10.89% de la población femenina económicamente activa, como el Presidente que quebró la desigualdad desde la ley al reconocer los mismos derechos laborales para las trabajadoras del hogar en México, como el Presidente que igualó el trato ante la ley de 2.4 millones de trabajadores y trabajadoras del hogar en México, y como el Presidente que reconoció que los derechos nunca, nunca, son una concesión de las autoridades, sino la condición inherente del reconocimiento de la igualdad entre las personas en un sistema democrático.

Estamos conscientes de que la ratificación del Convenio 189 involucra un enorme reto. Sin embargo, contamos en Latinoamérica con casos de éxito en la implementación de ese Convenio; es viable económica y administrativamente. Los firmantes le extendemos nuestro apoyo para conformar un grupo de expertos que trabaje junto con las dependencias gubernamentales en el diseño detallado de las acciones que compongan una política pública integral de atención a este sector. Pero todo depende de su voluntad.

No rompa esta esperanza. Quedan ocho días para reivindicar la palabra ya empeñada y empezar a modificar las condiciones de desigualdad de millones de personas.

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row type=”full_width_background” full_screen_row_position=”middle” scene_position=”center” text_color=”dark” text_align=”left” top_padding=”10%” bottom_padding=”10%” overlay_strength=”0.3″ shape_divider_position=”bottom”][vc_column column_padding=”no-extra-padding” column_padding_position=”all” background_color_opacity=”1″ background_hover_color_opacity=”1″ column_shadow=”none” column_border_radius=”none” width=”1/12″ tablet_text_alignment=”default” phone_text_alignment=”default” column_border_width=”none” column_border_style=”solid”][/vc_column][vc_column column_padding=”no-extra-padding” column_padding_position=”all” background_color_opacity=”1″ background_hover_color_opacity=”1″ column_shadow=”none” column_border_radius=”none” width=”10/12″ tablet_text_alignment=”default” phone_text_alignment=”default” column_border_width=”none” column_border_style=”solid”][vc_row_inner column_margin=”default” bottom_padding=”40″ text_align=”left”][vc_column_inner column_padding=”no-extra-padding” column_padding_position=”all” background_color_opacity=”1″ background_hover_color_opacity=”1″ column_shadow=”none” column_border_radius=”none” width=”1/1″ column_border_width=”none” column_border_style=”solid”][nectar_gradient_text heading_tag=”h2″ color=”extra-color-gradient-2″ gradient_direction=”diagonal” text=”Firmantes & Organizaciones”][/vc_column_inner][/vc_row_inner][vc_row_inner column_margin=”default” text_align=”left”][vc_column_inner column_padding=”no-extra-padding” column_padding_position=”all” background_color_opacity=”1″ background_hover_color_opacity=”1″ column_shadow=”none” column_border_radius=”none” width=”1/4″ column_border_width=”none” column_border_style=”solid”][fancy-ul icon_type=”none” alignment=”left”]

Aantal Kuxtal A.C

Acción Ciudadana Frente a la Pobreza

Ambulante A.C

ASER-LITIGIO A.C

Asesoría Integral y Litigios Estratégicos a Pueblos Originarios A.C 

Asociación de Mujeres Feminista. “Puntos Subversivos”

Asociación Estudiantil Pluralibero

Asociadas por lo Justo, JASS

Borde Político A.C.

Canadian Human Rights International Organization

Casa Amiga Esther Chávez Cano A.C.

Cauce Ciudadano AC

Causa en Común

CENCOS

Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar A.C (CACEH)

Centro de Estudios e Investigación sobre Mujeres (CEIM)

Cluster de competitividad y Conocimiento MX AC

Colectivo de Practicas Narrativas A.C

Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos Humanos de las Mujeres (CLADEM Mexico)

Conciencia Ecológica de Aguascalientes AC

Consorcio para el Diálogo Parlamentario y la Equidad AC

Crea Comunidades de Emprendedores Sociales, A.C.

CyCA – Comunicación y Construcción de Alternativas, AC.

Derechohabientes Viviendo con VIH del IMSS (DVVIMSS) 

Elige Red de Jóvenes por los Derechos Sexuales y Reproductivos AC 

Enjambre

Espacio Progresista

Ethos Laboratorio de Políticas Públicas

Federación Internacional de Trabajadoras del Hogar

Fondo Semillas

Foro Cívico México Laico

Foro Intereclesiastico Mexicano A.C

Fundación Avina

Fundación para la Justicia y el Estado Democrático de Derecho

FUNDAR

Gender and Development in Practice (GADIP)

GIRE Grupo de Información en Reproducción Elegida

Hogar Justo Hogar

Horizontal

Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir (ILSB)

Integridad Ciudadana AC

Impunidad Cero

Las Reinas Chulas Cabaret y Derechos Humanos AC

México Unido Contra la Delincuencia, MUCD

Mujer Ideas Desarrollo e Investigación

Movimiento Pro Dignidad Coahuilense A.C

Nosotrxs

OXFAM

Red de Acceso de Medicamentos

Red Viral

Renacer Lagunero

Ruta Cívica A.C.

Salud, Derechos y Justicia A.C. (SDJ. A.C.) 

Seamos México

Servicio Doméstico Activo (SEDOAC)

Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras del Hogar (SINACTRAHO)

Spatium Libertas AC 

VOAM AC

Women in Informal Employment: Globalizing and Organizing (WIEGO)

[/fancy-ul][/vc_column_inner][vc_column_inner column_padding=”no-extra-padding” column_padding_position=”all” background_color_opacity=”1″ background_hover_color_opacity=”1″ column_shadow=”none” column_border_radius=”none” width=”1/4″ column_border_width=”none” column_border_style=”solid”][fancy-ul icon_type=”none” alignment=”left”]

Abel Valdez

Adela Fasja Cohén 

Adriana Isabel García Gómez

Adriana Nicte Ha Burgos Rojo

Adriana Paz Ramírez

Aida Gabriela Gaeta Martinez.

Alberto Athié

Alberto Bayardo Pérez Arce

Alberto Serdán

Alejandra Carrillo Soubic

Alejandra Isibasi

Alejandra Merino

Alejandro González

Alejandro Madrazo

Alejandro Merino Huerta

Alfonso Díaz Smith

Alfonso Domínguez Herrera

Almudena Ocejo Rojo

Amparo Pagés Ureña

Amparo Rodríguez Reyes

Ana Belem Cortés Cerón

Ana Celia Becerril Lara

Ana Jimena Ramírez España

Ana Lau Jaiven

Ana Laura Aquino Gaspar

Ana Laura Magaloni

Ana Lorena Delgadillo Pérez

Ana Valeria Güemes Graniel

Andrea Santiago Páramo

Ángeles Sánchez Bringas

Ángel David Guevara

Antonio Martínez Velázquez

Aram Barra

Armando Lopez Rivera

Aurelien Guilabert

Avril Arjona Luna

Ayesha Zamudio Vázquez

Alejandra Fosado

Alexandra Haas

Ana Buquet Corleto

Andrea Castro

Ángela Guerrero

Annie Carrillo

Blanca Olivia Peña Molina 

Brenda Cortés León

Blando Flores

Brígida García

Carlos Cruz Santiago

Carlos Domínguez Ahedo

Carlos Eduardo Torres Muñoz

Carlos González Martínez

Carlos Heredia

Catalina Pérez Correa

Cecilia Lavalle Torres

César Ulises Miramontes Piña

Claudio Saucedo

Cristina Nayely Guerrero Molina

Cristina Renaud

Cristóbal Rodas

Cynthia Godoy Hernández

Carlos José Alba Vega

Carolina Coppel

Cirila Quintero

Daniel Augusto Salin Pascual 

Daniel Giménez Cacho

Daniela Alatorre Bernad

Daptnhe Cuevas

Darío Dorantes Mora

David Areizaga

Débora Salamanca 

Denisse Medina Ortega 

Desarrollo Humano y Social A C

Edilberto Aldán

Edmundo Vallejo

Eduardo Baldeón Larrea

Eduardo Vallejo Pacheco

Elena Fortes

Eliana García Laguna

Elizabeth Morales Díaz

Elizabeth Prado

Eli Bartra

Elvira Esponda Jimeno

Enrique Briseño López

Enrique de la Garza Toledo

Eréndira Elsa Carlota Jiménez Montiel.

Ernesto Bermejo

Escarleth Abigail Nava Bueno

Esteban Salmón

Estela Casados González

Eugenio Fernández Vázquez

Eunice Rendón

Edith Pacheco

Edme Dominguez

Edmé Domínguez Reyes

Fabiola Rivera

Fernanda Zorrilla Amaya

Fernando Mendizábal Rico

Francisco Javier Benítez Moreno 

Frine Salguero

Gabriela Cámara

Gabriela Delgado Ballesteros

Gabriela Elizabeth Corona Solórzano

Gabriela Gutiérrez Dávila

Gabriela Jáuregui Casanueva

Gustavo Gordillo[/fancy-ul][/vc_column_inner][vc_column_inner column_padding=”no-extra-padding” column_padding_position=”all” background_color_opacity=”1″ background_hover_color_opacity=”1″ column_shadow=”none” column_border_radius=”none” width=”1/4″ column_border_width=”none” column_border_style=”solid”][fancy-ul icon_type=”none” alignment=”left”]

Gabriela Warkentin

Gerardo Hernández Rosales

Gerardo Martínez

Gisela García Correa

Guillermo Lizama Carrasco

Guillermo Noriega

Gustavo Guzmán

Haydeé Pérez

Héctor Calleros Carriles

Hermelinda Silvia

Hernán Gómez

Hilda Lizeth Jiménez Guerrero 

Iliana Libertad Aguilar Silva

Irma Uribe Santibáñez

Israel Ibarra

Israel Verde Aguirre

Ivonne Vizcarra Bordi

Jaqueline del C. Jongitud Zamora

Javier Mancera

Jesús Caudillo

Jesús López Lobato

Jesus Robles Maloof

Joanna Murillo

Jorge Javier Romero

Jorge Torres Nieto

Jorge Vergara

José Antonio Guzmán Vázquez

José Enrique Reyes Guevara

José Jiménez Castañeda

José López Trejo

José Luis Gutiérrez Sánchez

José Luis Martínez Uribe

José María Varillas López

Josué Bravo Rodríguez

Juan Carlos Foncerrada Berumen

Juan Carlos Martínez

Juan Francisco Valerio Quintero

Julián Mejía Berdeja

Julio Flores Martínez

Julio Madrazo

Jennifer Cooper

José Ahumada

Karla Barclay

Katia D’Artigues

Katina Medina Mora

Laura García

Laura Nereida Plascencia Pacheco

Laura Woldenberg

Leonardo Núñez

Leticia M. Jáuregui Casanueva

Leticia Noriega

Ligia Cuevas 

Ligia Noemi Cuevas y Gurrutia

Lina Rosa Berrio Palomo

Lisa Sánchez

Lizeth Sánchez Atenco

Lorena Villavicencio

Lourdes Arroyo Huerta

Lourdes Morales

Lucía Melgar Palacios

Luis Almeida

Luis de la Calle

Luis F. Fernández

Luis Fernando Macías

Luis Fernando Macías

Luis René Martínez Souvervielle G

Luz Elena Aranda Arroyo

Luz Ileana Jiménez Pineda

Luz María Pineda Gutiérrez

Laura Valladares

Luis Reygadas

Maite Azuela

Manuel de Jesús Moyers Ruiz

Mara Gómez Pérez

Mara Karina Mendoza Hernández

Marcela Azuela

Marcela González Cervantes

Marcela Montes 

Marcela Montes

Marcelina Bautista

Marco Antonio Flores Osorio

Marco Antonio Reyes García

Margarita Álvarez Oyarzaba

Margarita Sierra

María del Carmen Pardo

María del Pilar Moguel Macías

María Elena Morera

María Eugenia Romero 

María Goretty  o Martínez

María Laura Marroquín Stevenson.

María Luisa Fernández Vázquez

María Remedios Olivera Orozco

Mariana a. Villarce Martínez

Mariana de la Peña

Mariana Niembro

Mariana Saiz Fernández

Maricela Contreras Julián.

Marielena Hernández Avalos

Marina Taibo

María Guadalupe Huacuz Elías

Marisol Gasé

Mercedes Olivera

Mercedes Zúñiga

Mónica Lizaola[/fancy-ul][/vc_column_inner][vc_column_inner column_padding=”no-extra-padding” column_padding_position=”all” background_color_opacity=”1″ background_hover_color_opacity=”1″ column_shadow=”none” column_border_radius=”none” width=”1/4″ column_border_width=”none” column_border_style=”solid”][fancy-ul icon_type=”none” alignment=”left”]

Marioliva González

Marisol Delgado Thomas

Marisol Luna Leal

Marisa Ruiz Trejo

Maritza Rosales Reyes

Marta Cebollada Gay

Marta Lamas

Martha Patricia Castañeda Salgado

Martha Tagle

Martin López Trejo

Mary Goldsmith

Mauricio Merino Barbará 

Mauricio Merino Huerta

Mauricio Meschoulam

Mauricio Santiago Merino

Mercedes Osuna Salazar

Miguel Ángel Mendoza Mendoza

Miguel Ángel Santos León

Miguel Ángel Trujillo Valencia

Minerva Santamaría Hernández

Miriam Marroquín Stevenson 

Mirza Aguilar Pérez

Mónica Maccise Duayhe   

Mónica Tapia A.

Monique Rolland

Mujeres con Poder

Nacho Lozano

Nancy Mejia

Nava Bueno Escarleth Abigail 

Nayeli Edith Yoval Segura 

Nubia Macías

Olga Magdalena Nieto Zermeño

Olivia Rubio Rodríguez

Orlandina de Oliveira

Pablo López Trejo

Paola Ojeda

Patricia Martín

Paula Sepúlveda

Paulina Suarez

Paola Zavala

Pedro Enríquez Ibarra

Pedro Ernesto Becerra Espinoza

Pedro Salazar Ugarte

Pepe Merino

Rafael López

Raúl Marcó del Pont

Raúl Velasco

Regina Tamés

Rey David Castillo Simón

Ricardo Becerra

Ricardo Eloy Martínez Fernández

Ricardo Moreno C

Ricardo Raphael

Rodolfo Vergara

Rosalba Robles Ortega

Rosalie Candau

Sandra Lorenzano

Salomón Chertorivsky

Sandra Guadalupe Martínez Macedo

Santiago Bolaños Guerra

Severine Durin

Silvia Avelina Nava Nava

Sofía Alejandra Cortés Cerón

Sol Cortés Bautista

Susy Rodríguez Moreno 

Tere Hernández

Teresa Eugenia Fuentes Cázares.

Teresa Hernández

Valeria Scorza

Verónica García Granados

Verónica Hernández Ferrer

Verónica Ortiz Cisneros

Víctor Ávila Akerberg

Víctor Manuel Borrás

Víctor Trujillo 

Viridiana Camacho Larrañaga

Wendolyn Veana Seguro

Wilfrido Isamí Salazar Rule

Ximena Andión

Yeny Charrez

Yolanda Sánchez Vizcaya

Yuridia Sierra

Zavine Magadán Pérez

[/fancy-ul][/vc_column_inner][/vc_row_inner][/vc_column][vc_column column_padding=”no-extra-padding” column_padding_position=”all” background_color_opacity=”1″ background_hover_color_opacity=”1″ column_shadow=”none” column_border_radius=”none” width=”1/12″ tablet_text_alignment=”default” phone_text_alignment=”default” column_border_width=”none” column_border_style=”solid”][/vc_column][/vc_row]
nosotrxs_abril-mayo-12

Aún hay tiempo o de la legítima impaciencia

Trabajadoras del hogar y organizaciones de la sociedad civil llamamos de nueva cuenta al Congreso a ratificar el Convenio 189 de la OIT. No podemos alargar la espera cuando se trata del reconocimiento de los derechos de un grupo de trabajadoras que históricamente se les ha negado un trato igualitario en materia de derechos laborales.

En abril de 1963, Martin Luther King escribía uno de sus más poderosos mensajes desde una cárcel de Birmingham. Se trataba de una carta que respondía a otra carta pública[1] escrita por 8 clérigos, en la que éstos hacían un llamado a la comunidad a tener paciencia para resolver los asuntos raciales, entre ellos el reconocimiento de los derechos de la población negra. Estos 8 hombres blancos reconocían la impaciencia de aquellos cuyas esperanzas tardaban en materializarse, pero estaban convencidos de que las movilizaciones llevadas a cabo en las calles eran desatinadas e inoportunas. Martin Luther King, en su brillante réplica, escribe que la comunidad negra llevaba más de 340 años esperando disfrutar de sus derechos constitucionales y que resultaba fácil para aquellos que nunca habían sido segregados ni habían sufrido por la privación de sus derechos, pedir paciencia. Por ello reivindicaba su legítima e inevitable impaciencia.

Desde otro rincón del planeta y medio siglo después, hoy las trabajadoras del hogar y diversas organizaciones de la sociedad civil hemos hecho un llamado al Estado mexicano para que ratifique, antes de que concluya el sexenio, el Convenio 189 de la OIT, el cual establece los derechos de este sector y junto con ellos, medidas para garantizarlos. Reivindicamos nuestra legítima impaciencia porque estamos convencidas de que no podemos alargar la espera cuando se trata del reconocimiento de los derechos de un grupo de trabajadoras que históricamente ha sido maltratado por la sociedad y sus instituciones que, con el aval de nuestras propias leyes, les niegan un trato igualitario en materia de derechos laborales.

La ruta de la espera nos desvía de la justicia. Hoy 97 por ciento de las trabajadoras del hogar no tienen acceso al sistema de salud público, casi el 80 por ciento de ellas son madres y no tienen acceso a las guarderías, y el 63 por ciento no reciben los bienes y servicios suficientes para cubrir sus necesidades básicas.[2]

Generaciones de trabajadoras del hogar llevan esperando recibir un trato digno y un trabajo decente. Puede resultar fácil para muchos funcionarios –muy probablemente en su mayoría empleadores–  el continuar posponiendo la ratificación, el dejarla para otro sexenio para que se encargue de ella otra administración. Evidentemente no son ellos quienes cargan con los costos de la espera, son las trabajadoras del hogar y sus familias las que diariamente padecen sus efectos.

Las excusas para no ratificar y reconocer la igualdad en materia laboral a este sector son siempre insuficientes. El argumento económico –hasta ahora el más utilizado para frenar la ratificación– pierde fuerza frente al argumento que establece nuestra propia Constitución en el artículo 123: “Toda persona tiene derecho al trabajo digno”. Al mismo tiempo y para rebatir dicho argumento, el Convenio establece una implementación progresiva dando la posibilidad al Estado de distribuir, a lo largo de varios años,  los costos que tendría por ejemplo el acceso al régimen obligatorio del seguro social.

Hemos insistido en que uno de los argumentos para sí ratificar es que el camino que involucra el Convenio 189 contempla el diseño detallado y puesta en marcha de acciones que compongan una política pública integral de atención a este sector. Es decir, garantiza que las reformas a las leyes no serán letra muerta.

En todo caso hay evidencia suficiente para mostrar que, en términos económicos y de infraestructura institucional, es viable la implementación de dicho Convenio.  Si es así, la gran incógnita es ¿por qué no hemos avanzado? Y aquí es importante reconocer la profunda discriminación que se oculta detrás del argumento económico y que está enraizada desde los tiempos de la Colonia. Una discriminación producto de las clasificaciones culturales que otorgan un valor diferenciado a las personas dependiendo de su origen étnico, de su género, clase social. A las trabajadoras del hogar se las castiga simbólicamente y por tanto, socialmente, por no haber nacido con muchos de los atributos y condiciones que en nuestra sociedad son premiados. Continúa operando, aunque de forma disfrazada, un sistema de castas en México. Y es de este sistema del que emanan una batería de excusas para no reconocer y hacer efectiva la igualdad de condiciones de trato y laborales para las trabajadoras del hogar, de la misma manera que dicha igualdad no era reconocida para los afroamericanos durante siglos.

El tiempo tiene dos caras, puede servir para impulsar cambios o para sostener un estado de estancamiento. Es por ello que como decía Martin Luther King: debemos utilizar el tiempo creativamente, sabiendo que siempre es el momento apropiado para hacer lo que es correcto. Por eso es que hoy una pluralidad de voces le decimos al Gobierno Federal que Aún Hay Tiempo para que haga lo correcto y envíe el Convenio 189 al Senado para su ratificación. Sin duda, de hacerlo, sería una conquista histórica y una forma de quebrar con esta paralizante espera que ha sumido en la marginación a más de 2.4 millones de trabajadoras en  nuestro país.

 

* Andrea Santiago Páramo es Coordinadora de la causa de trabajadoras del hogar de Nosotrxs, organización aliada del @ISBeauvoir.

[1] La carta de los 8 clérigos se titula “A Call for Unity”. La carta que escribió M. Luther King como respuesta a ésta se conoce como “Letter from a Birmingham Jail”.

[2] Cebollada, Marta, Las personas trabajadoras del hogar remuneradas en México: perfil sociodemográfico y laboral, CONAPRED, México, 2016, p.16

nosotrxs_abril-mayo-04

La esclavitud soterrada

En México, en pleno siglo XXI, hay trabajadores que viven en condiciones de esclavitud, aunque esta se esconda o se simule bajo el manto de una libertad laboral que en realidad no existe.

Por Jorge Javier Romero, integrante de la comisión ejecutiva de Nosotrxs

Publicado originalmente en Sin Embargo

La mayor parte de estos esclavos son mujeres y gran parte de ellas no laboran en sucias manufacturas ocultas en astrosos edificios –cosa que también ocurre, pues en este país existen sweat shops tan siniestras como las de Bangladés o Malasia, lo que se demostró después del terremoto de septiembre pasado, donde un taller de esos se vino abajo en la calle de Bolívar y murieron decenas de personas entre sus escombros, en una reminiscencia de lo ocurrido 32 años antes en la zona de San Antonio Abad–. La inmensa mayoría del trabajo cuasi esclavo de México se realiza en los hogares de las clases medias y altas de todas las ciudades del país.

Mujeres, buena parte de ellas niñas o adolescentes, que migran del campo para huir de la miseria de sus lugares de origen y se trasladan a las ciudades para dedicarse a las labores domésticas por sueldos bajísimos en condiciones que no pueden causar otra cosa que repulsión. Alojadas en cuartuchos oscuros, segregadas de la vida de la familia que las emplea, con horarios de sol a sol o más, sin prestación alguna, pues carecen de acceso a la salud, al sistema de pensiones o a cualquier otro beneficio de la seguridad social, como guarderías o ahorro para la vivienda, sin acceso a los servicios financieros, muchas veces alimentadas de las sobras de lo que comen sus patrones, estas legiones de mujeres trabajadoras conviven como sombras en las casas de las familias “acomodadas” y son tratadas con desprecio y racismo.

Otras muchas de estas trabajadoras viven en condiciones de precariedad escalofriante en los cinturones de miseria de las ciudades y tienen que desplazarse varias horas diariamente para llegar a sus empleos de “entrada por salida”, a trabajar por horas pagadas como se pagarían minutos en los países desarrollados. La mayoría ganan por día menos de los que obtendrían por dos horas de trabajo en los empleos peor pagados de los Estados Unidos y se enfrentan también al maltrato, la humillación y el racismo de sus empleadores. Tampoco tienen forma de acceder al seguro social o a una afore, a menos que se encuentren con una patrona con especial conciencia social que esté dispuesta a invertir tiempo y recursos ingentes en lograr la afiliación voluntaria al IMSS o en apoyarla para que se enfrente a la maraña burocrática que se debe traspasar para abrir una cuenta voluntaria de ahorro para el retiro.

Prácticamente ninguna tiene un contrato escrito que estipule obligaciones y derechos. Expulsadas del sistema educativo precisamente por su condición de mujeres, apenas si están alfabetizadas, lo que les impide todavía más defender sus derechos. La pobreza extrema, que atenaza a un cuarto de la población mexicana, hace que sean fácilmente sustituibles, pues hay miles de chicas y mujeres dispuestas a tener al menos ese ingreso miserable en esas precarias condiciones laborales, frente al hambre que impera en las zonas rurales con mayor población indígena.

La legislación mexicana ha sido omisa sobre los derechos de esos casi dos millones y medio de personas, el 90 por ciento mujeres. Si bien abre la posibilidad del seguro voluntario, las excluye, de todas formas, de buena parte de las prerrogativas laborales que sí tienen los trabajadores industriales o de comercio. De entrada, esto marca ya una violación a los derechos constitucionales a la no discriminación por razones de sexo u origen étnico. Son consideradas como una excepción y ocupan el estrato más bajo de la pirámide social de las ciudades del país.

Durante el gobierno de Felipe Calderón, México suscribió el convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo, el cual exige a los Estados adecuar su legislación y tomar medidas para que el trabajo doméstico sea menos injusto, más digno y mejor remunerado. Sin embargo, después de la firma, el anterior presidente nunca envió el tratado al Senado para su ratificación. Tampoco este gobierno se empeñó en concretar el compromiso internacional que México había adquirido. Las razones que se aducen en los mentideros burocráticos es que tanto la Secretaría de Hacienda como el IMSS se han opuesto a que el Senado ratifique, aduciendo restricciones presupuestales y de capacidad instalada para regularizar a casi dos millones de personas, pues se estima que considerando el régimen obligatorio que cubre los seguros de riesgos de trabajo, enfermedades y maternidad, invalidez y vida, retiro, cesantía en edad avanzada y vejez, y, el de guarderías y prestaciones sociales, el gobierno federal debería aportar más de 28 mil millones de pesos al año para asegurar a las trabajadoras del hogar.

Sin embargo, este argumento es inadmisible, pues significa que el Estado mexicano promueve la discriminación y el abuso por no destinar recursos menores a los que destina para pagar la absurda publicidad gubernamental, instrumento de control de los medios de comunicación y promoción personal de cargos electos, en una de las expresiones más arcaicas de nuestro contrahecho arreglo político.

La causa de las trabajadoras del hogar ha tenido ya en los últimos tiempos expresiones organizadas y liderazgos destacados, como el de Marcelina Bautista, secretaria General del Sindicato Nacional de Trabajadoras y Trabajadores del Hogar, y ha encontrado apoyos relevantes entre activistas de las organizaciones civiles, como Marcela Azuela o Andrea Santiago, que encabeza la causa en Nosotrxs, organización de activismo ciudadano que ha colocado la ratificación del convenio 189 como una de sus causas insignia; sin embargo, la reticencia gubernamental ha impedido que esta avance en el Senado. El 30 de abril se termina esta legislatura; no debería concluir sin aprobar esta asignatura pendiente. Se trata de un tema de justicia elemental, pues es intolerable que la legislación mexicana solape esta forma de esclavitud contemporánea.

Falta también que el Estado mexicano, las organizaciones civiles y los ciudadanos que advertimos esta forma de discriminación aberrante promovamos un cambio de actitud entre los empleadores. Más allá de las reformas a la institucionalidad formal, deben cambiar las instituciones informales que reproducen socialmente esta oprobiosa forma de sostenimiento de la desigualdad y la marginación social. El cambio también debe ser cultural, pues en el trato que reciben las trabajadoras del hogar se refleja la terrible estratificación social que caracteriza a nuestra comunidad nacional y que debería ser intolerable.

@NosotrxsMx

 

Hogar

Cuando la desigualdad toca a la puerta: Trabajadoras del hogar.

#SeguridadSocial en el hogar

Por Andrea Santiago, coordinadora de la causa de Trabajadoras del Hogar en Nosotrxs. Publicado en Tercera vía

En México hay espacios que sirven de lupa para comprender las profundas desigualdades que vivimos de forma cotidiana y naturalizada en nuestro país. El hogar de muchas clases medias y altas, es uno de ellos. En el imaginario social, la casa es percibida como el lugar de lo íntimo, nuestro refugio frente a las demandas del trabajo, un lugar seguro, de esparcimiento y convivencia familiar. Pero sucede que el hogar es, al mismo tiempo, un espacio de trabajo para otros[1]; otros que por lo general están muy alejados en términos de clase social, procedencia, y oportunidades. Para estas personas, el hogar de sus empleadores puede ser fuente de malestar, temor, incertidumbre, así como de agotamiento físico, mental y emocional debido a las malas condiciones laborales en las que se desempeñan.
 
El problema de la desigualdad para las trabajadoras del hogar, se agrava porque su trabajo se da en un ámbito de lo íntimo que pocas veces está bajo el escrutinio público, lo que favorece su invisibilización. Es necesario sacar a la luz los problemas a los que se enfrentan e invitar a entenderlos a detalle pues sólo así se podrá pensar en soluciones. Por ello, en las siguientes líneas ahondaré en características comunes del trabajo doméstico remunerado que contribuyen a reforzar injusticias.

Precariedad

Sin embargo, nunca se establece una jornada máxima, reconociendo así que la gente puede laborar hasta 12 horas por día, obviamente sin pago de horas extras.

Las condiciones de precariedad laboral, en el caso del trabajo doméstico remunerado, se reflejan en la inexistencia de contratos, los bajos salarios[2], la indefinición de horarios de trabajo, y las pocas o nulas prestaciones a las que tienen acceso[3]. Aunque esto podría sonar familiar para muchos trabajadores en México, quienes tienen que aceptar trabajos bajo estas condiciones como única alternativa, lo particular del trabajo doméstico remunerado es que la propia Ley Federal del Trabajo (LFT) y la Ley del Seguro Social (LSS) fomentan algunas de estas indeseables condiciones. Por ejemplo, la LFT estipula que para quienes trabajan bajo la modalidad “de planta”[4], el descanso debe ser de 9 horas durante la noche y 3 durante el día. Sin embargo, nunca se establece una jornada máxima, reconociendo así que la gente puede laborar hasta 12 horas por día, obviamente sin pago de horas extras. La misma ley señala que hasta el 50 por ciento del pago puede ser en especie (alimentación, habitación). Es decir, autoriza que se reduzca a la mitad un salario, que ya de por sí es bajo, a las personas que trabajan bajo esta modalidad. Por su parte, la LSS establece como voluntaria la inscripción al Seguro Social de las trabajadoras del hogar, y por si fuera poco, aun cuando se les afilie, quedan excluidas del INFONAVIT y de los servicios de guarderías[5]; una triste paradoja pues muchas de ellas dejan a sus hijos para cuidar a los hijos de los empleadores.

Desigualdad de trato

Otra característica de este tipo de empleo, que va más allá de una dimensión económica, es la desigualdad de trato. Es decir, el poco respeto o reconocimiento que reciben quienes lo realizan. La discriminación y estigma de las que son objeto las trabajadoras del hogar, ha sido una de las marcas distintivas del trabajo doméstico remunerado. Se les discrimina no sólo por el tipo de trabajo que ejercen sino por su clase social, nivel de escolaridad, lugar de procedencia, apariencia física, la forma de hablar español o hablar una lengua indígena[6]. Ciertos productos culturales como algunas telenovelas, han contribuido a la generación de un imaginario social que las coloca en el lugar del atraso, la ignorancia y la sumisión[7], lo que en la práctica se traduce en tratos despectivos y/o condescendientes. Como ejemplos de esto se encuentran: el esculcar sus pertenencias, que duerman en cuartos inhóspitos, el darles las sobras de la comida, y/o los motes despectivos –“la chacha”, “la criada”, “la gata”– para referirse a ellas. Al respecto dice Paula Hernández, empleada del hogar desde hace 25 años, que hay que llamar a la gente por su nombre y no ponerles un calificativo, porque ellas también podrían hacer lo mismo con sus empleadores llamándolos “el ruco, la ruca, la vieja… la pirujita”[8]. Sin embargo, agrega, “son cosas que no pueden decir, se dediquen a lo que se dediquen y sean lo que sean”.

 

Afectos que afectan

Si bien la proximidad física no anula las diferencias sociales entre empleadores y empleados, en algunos hogares esta proximidad y convivencia cotidiana da lugar a la creación de vínculos afectivos. El trabajo siempre ha sido un espacio de socialización y por ende de intercambio de afectos, pero en el caso particular del trabajo doméstico remunerado muchas veces éstos nublan la relación laboral y contribuyen a que los empleadores olviden que lo son. Esto se expresa, por ejemplo, cuando el aguinaldo, el aumento de sueldo o las vacaciones pagadas, son reemplazados por los regalos de navidad, los consejos personales, entre otras muestras de afecto. La solución, claro está, no radica en impedir un intercambio afectivo, sino en que no se dé en detrimento de los derechos laborales de quienes trabajan. Tener claro que una cosa son las condiciones laborales y otra las muestras de cariño, es central.

 

El trabajo doméstico: un servicio en aumento

Las labores domésticas y de cuidados[9] que históricamente se asumen como responsabilidad de la mujer, como una actividad que realizan de forma “natural” y/ como expresión del amor que sienten por sus familias –lo que seguramente ha contribuido a su poca valoración y a que no se vea como un trabajo que implica tiempo, conocimientos específicos y desgaste–, hoy en día están siendo altamente demandadas. Tanto la creciente incorporación de las mujeres al mercado de trabajo –caracterizado por horarios prolongados–, como el envejecimiento de la población en algunas regiones del mundo –y que en México aumentará en las próximas décadas[10]–, ha elevado la demanda de este tipo de servicios a nivel global.

Esta demanda de servicios se está dando en un contexto nacional poco favorecedor para la mayoría de los trabajadores

Es, en todo caso, un tipo de trabajo que ha cobrado un valor inusitado para la economía[11] y la sociedad, y podemos anticipar que lo seguirá haciendo. Sin embargo, esta demanda de servicios se está dando en un contexto nacional poco favorecedor para la mayoría de los trabajadores: por los bajos salarios y las brechas de ingresos cada vez mayores entre los hogares ricos y pobres[12], la precariedad laboral, el poco acceso a la seguridad social, entre otras agravantes. Si a esto le sumamos las desventajas que acentúan las propias leyes mexicanas en el caso concreto de las trabajadoras del hogar, nos encontramos frente a un panorama verdaderamente lamentable. Por ello es urgente plantear soluciones que garanticen que la demanda de este tipo de servicios no se siga dando a costa de la calidad de vida de las empleadas del hogar.

 

¿Qué se puede hacer?

Ante un panorama tan complejo, las soluciones no son simples ni en una sola dirección. Son múltiples los frentes que hay que atacar. Dentro de éstos destacan la ratificación del Convenio 189 para que el Estado mexicano esté obligado a cumplir con los estándares internacionales que garantizan los derechos humanos y laborales de este sector. Asimismo, es central reformar las leyes mexicanas para garantizar una jornada máxima de 8 horas, pago de horas extras, un salario justo y el acceso a todas las prestaciones de ley. No obstante, se requieren incentivos fiscales y la simplificación de trámites administrativos[13] para facilitarle a los empleadores el registro de las trabajadoras del hogar al Seguro Social así como contemplar las distintas modalidades bajo las cuales se realiza este empleo.

Se requieren incentivos fiscales y la simplificación de trámites administrativos para facilitarle a los empleadores el registro de las trabajadoras del hogar al Seguro Social

Claro que como hemos visto, el cambio en las leyes es tardado y depende en buena medida de la voluntad política de nuestros gobernantes –aún a pesar de las múltiples y valiosas presiones y esfuerzos que desde distintas instancias[14] se están dando para revertir esta situación–. Desde el 2014, por ejemplo, llevamos esperando a que el Gobierno Federal materialice su compromiso de enviar la propuesta de ratificación del Convenio 189 al Senado de la República. Aún hay tiempo para que lo hagan antes de que finalice el sexenio y así dar un paso contundente en el reconocimiento de los derechos de este sector. Sin embargo si queremos abrir múltiples frentes que contrarresten la lentitud institucional, el primer paso lo podemos dar en nuestras casas. La formalización de la relación laboral a través de un contrato escrito que estipule los derechos y obligaciones de ambas partes, el aumento de sueldos, el no exceder las 8 horas de trabajo, el pago de aguinaldo, vacaciones y horas extras, entre otras, son condiciones laborales que pueden ofrecerse sin esperar a que las leyes cambien. Es realmente en esos momentos cuando contribuimos a mejorar las condiciones de vida de las empleadas del hogar; además de ser una manera de mostrarles respeto y reconocimiento al trabajo que realizan diariamente. Por el contrario, ayudarlas simplemente a sobrellevar la precariedad, involucra reproducir y legitimar, de forma cotidiana y en nuestro hogar, la desigualdad.

Referencias

[1] Exactamente 2,387,907 de personas dedicándose al trabajo doméstico remunerado según la ENOE [1er trimestre de 2017]. De esta cifra, 92 % son mujeres, por ello en lo que sigue del artículo hablaremos de trabajadoras del hogar.
 
[2] Según datos del INEGI, en 2015, 73.2% de los trabajadores domésticos reciben 2 salarios mínimos al día o menos. Fuente: http://bit.ly/1Jw7I8s
 
[3] En 2010, 76.3% no contaba con ninguna prestación laboral. Fuente: INEGI. “Perfil sociodemográfico de los trabajadores domésticos remunerado en México 2010.”
 
[4] Es decir, aquellos trabajadores que habitan en el hogar donde prestan sus servicios.
 
[5] Cebollada, Marta, Una propuesta de política pública para la formalización de los trabajadores domésticos en México. Tesis de maestría. FLACSO, México, 2016, p. 45.
 
[6] Angélica González y Edwing Solano, “Repercusiones de la discriminación hacia las trabajadoras del hogar. Análisis cualitativo de la Enadis 2010”. Dfensor. Revista de Derechos Humanos, núm. 01, año x, México, enero 2012, p.27.
 
[7] Séverine Durin y Natalia Vázquez, “Heroínas-sirvientas. Análisis de las representaciones de trabajadoras domésticas en telenovelas mexicanas”, p. 34.
 
[8] Testimonio de Paula: http://bit.ly/2h8eYSQ. Más testimonios de trabajadoras del hogar en: vocesdeentradaporsalida.org
 
[9] Que pueden incluir: limpieza de la casa, cocinar, planchar, lavar, jardinería, vigilancia de la casa, cuidado de los niños, enfermos, ancianos, mascotas, ser chófer de la familia.
 
[10] Para el 2050 se espera que 25% de la población tenga más de 60 años. Fuente: http://bit.ly/1NJyG5h
 
[11] Salazar Parreñas, Rhacel, Servants of Globalization. Women, migration and domestic work, Standford University Press, E.U.A, 2001, p.74
 
[12] En 2015 los hogares más ricos ganaban en promedio 20 veces más que los más pobres. Fuente: http://bit.ly/2a3Y3kr
 
[13] Cebollada, Marta, op.cit, p.101.
 
[14] Podemos subrayar los esfuerzos de Hogar Justo Hogar, Nosotrxs, Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar (CACEH), CONAPRED, Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir (ILSB), entre otros.
AHT_Campaña-22

El tendedero de la esperanza

Tendiendo la esperanza

Publicado en El sol de méxico por Andrea Santiago, coordinadora de la causa “Trabajadoras del hogar” de Nosotrxs

Son 2.4 millones de trabajadoras del hogar que diariamente realizan actividades que van desde la preparación de alimentos, el aseo de un hogar, hasta el cuidado de algún familiar. No es menor el trabajo que realizan, permiten a miles de hombres y mujeres salir a trabajar, y con ello adquirir un ingreso que puede gastarse en el Mercado. Se suele pensar a este tipo de trabajo en términos improductivos porque no generan una ganancia económica para los empleadores, pero paradójicamente, generan un gran ahorro en los hogares de quienes contratan este tipo de servicios. En caso de adquirirlos por fuera, en tintorerías, lavanderías, restaurantes, asilos o guarderías, los costos serían elevadísimos para cada hogar.

Al mismo tiempo, producen un tipo de bienestar que difícilmente puede ser medido en términos cuantitativos. ¿Cómo medir el cariño hacia un niño, el olor a casa limpia, una comida bien preparada, una habitación ordenada? No obstante, pese a lo palpable de ese bienestar, producto del trabajo hecho día con día, poco se valora en nuestra sociedad. Hay diversas razones que explican el porqué de esto, entre ellas, el pensar –erróneamente– que no requiere una preparación u habilidades específicas pues se da por sentado que las mujeres nacen sabiendo hacer estas actividades; el asociarlo con un trabajo sucio; la circulación de estigmas y representaciones negativas que son tan características en nuestra sociedad hacia quienes migran del campo a la ciudad, no concluyeron sus estudios, hablan una lengua indígena, o simplemente hacia quienes no forman parte de una clase social privilegiada, como muchas de las personas que realizan este tipo de empleo. Es así que cegados por la costumbre de discriminar, se reproduce en el imaginario social la idea de que este trabajo y las personas que lo realizan no valen tanto y, que por ende, no merecen los mismos derechos. Así, termina por legitimarse la desigualdad tanto económica como de trato, que vemos reflejadas en las condiciones laborales de este grupo de trabajadoras que, en su mayoría, no cuentan prestaciones de ley y, que al día de hoy, muchas manifiestan no recibir un trato digno.

 El domingo 11 de marzo, en un evento inusual, ochenta trabajadoras del hogar externalizaron sus sueños y deseos de que su realidad cambie. En papel escribieron sus mensajes, plasmaron la huella de sus manos y su firma, y los colgaron en un tendedero —montado por Nosotrxs y el Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras del Hogar, en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco. Algunos mensajes fueron los siguientes: “Yo tengo el sueño de tener vacaciones pagadas. Poder tener una carrera de sociología” (María Gabriela Ramírez Cruz). “Yo tengo el sueño de vacaciones en la playa por 15 días pagadas” (Myrna Hernández León). “Yo tengo el sueño de en unos años poder estar descansando y con una pensión digna para ir a algún lugar de fin de semana con mi esposo” (Irene Ramírez). “Yo tengo el sueño de tener un trabajo digno. Ver que mis hijos terminen sus estudios. Ir de vacaciones con mis hijos algún día. Tener tiempo para estar con mi familia” (Francisca Bautista). “Yo tengo el sueño de aprender música y leer mucho” (Enry). “Yo tengo el sueño de que a las trabajadoras domésticas nos dieran una oportunidad de abrirse paso a la vida. Crecer. Tener becas. Por ejemplo, yo quiero aprender computación” (Gloria Hernández).

La interrogante que queda tras el evento es si podemos tender otro mundo –más justo, más digno- para las trabajadoras del hogar. La respuesta es que si queremos, podremos.Estamos en el momento idóneo para comprobarlo. El Gobierno Federal tiene en sus manos el poder de ratificar el Convenio 189 de la OIT y así demostrarnos que, como sociedad, podemos aprender a barrer nuestros prejuicios, al reconocer y hacer efectivos los derechos de las trabajadoras del hogar. No podemos alargar más la espera. Aún hay tiempo para lograrlo antes de que concluya este sexenio.

AHT_Campaña-18

Peña Nieto: cumple tu promesa. Ratifica el #Convenio189

Peña Nieto: Ratifica el #Convenio189

Por: Luis F. Fernández

Señor Presidente de la República, aún hay tiempo para cumplir su promesa de ratificar el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo. Al hacerlo, reconocería los derechos de trabajadoras y trabajadores del hogar y detonaría procesos institucionales para garantizar un trabajo digno y protección social a este sector de la población. Quedan 52 días para lograr su ratificación antes de que termine esta legislatura en su sexenio. Esto implica, únicamente, que con toda la voluntad política, el Gobierno Federal lo envíe a ratificación al Senado de la República lo antes posible.

Al ratificarlo, no seremos el único país que haya dado ese paso. Tan sólo en América Latina y el Caribe 12 países ya han ratificado el convenio e iniciado procesos de reforma paulatinos y de implementación escalonada. Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, República Dominicana, Ecuador, Guyana, Jamaica, Nicaragua, Panamá, Paraguay y Uruguay ya lo ratificaron. De éstos, sólo Brasil extendió su entrada en vigor al 31 de enero de 2019. En México, éste puede ser el caso.

Si su gobierno ratifica, habrá honrado su promesa con los 2.4 millones de trabajadoras y trabajadores del hogar, habrá dado un paso contundente para el reconocimiento de los derechos de uno de los grupos más vulnerables del país y, sobre todo, garantizará las condiciones mínimas para avanzar en:

  • La promoción y protección de los derechos humanos de todas y todos los trabajadores domésticos,
  • El respeto y protección de los principios y derechos fundamentales en el trabajo: la libertad de asociación y reconocimiento efectivo del derecho a la negociación colectiva; la eliminación de todas las formas de trabajo forzoso u obligatorio; la abolición del trabajo infantil; y la eliminación de la discriminación en materia de empleo y ocupación
  • la protección efectiva contra todas las formas de abuso, acoso y violencia, y
  • Las condiciones justas de empleo incluyendo una vivienda digna.

Aún hay tiempo para garantizar la igualdad de condiciones laborales y humanas para este sector. Usted lo mencionó el miércoles 7 de marzo en su discurso por la Conmemoración del Día Internacional de la Mujer, “la realidad de injusticia, desigualdad, discriminación y violencia contra la mujer no se cambia sólo por decreto, por desearlo o por expresarse en contra de esas injusticias. Esa realidad se puede cambiar, modificar y mejorar a partir de distintas políticas”. Sentar las bases de esas políticas públicas aún es posible, existen diversas propuestas de implementación en términos de inversión presupuestal y progresividad en la cobertura del sector.

De acuerdo con el Instituto Belisario Domínguez, adscrito al Senado de la República, es factible que el gobierno federal garantice la incorporación de más del 45.8% de las trabajadoras del hogar con un costo aproximado de 28,712 millones de pesos y de 33,508 millones de pesos con una incorporación escalonada para 2030. Aún es posible reordenar o reorientar el destino del gasto del Presupuesto de Egresos de la Federación 2018, pero no es necesario aún; esto puede esperar a la discusión del presupuesto del siguiente sementre. Lo que sí no puede esperar más es la ratificiación del Convenio 189.

Está en sus manos, Señor Presidente, aún hay tiempo. Esta decisión podrá transformar significativamente la vida de 2.4 millones de trabajadores y trabajadoras del hogar. Se trata de una deuda histórica y estoy convencido que, para honrar su palabra, saldará la deuda a tiempo.

Director Ejecutivo de Nosotrxs

@NosotrxsMX

Hogar

Urgen dar seguridad social y reconocer derechos de trabajadorxs del hogar

Organizaciones pidieron al gobierno federal que ratifique el convenio 189 de la OIT antes del 30 de abril para poner fin a la explotación y discriminación de los emplead@s doméstic@s.

Vía AristeguiNoticias

Mediante el hashtag #AunHayTiempo, diversas organizaciones sociales exhortaron al Gobierno Federal a ratificar el Convenio 189de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para garantizar los derechos de los 2.4 millones de trabajadoras y trabajadores del hogar.

Andrea Santiago, coordinadora de la causa trabajadoras del hogar de Nosotrxs, explicó que la administración de Enrique Peña Nieto tiene hasta el próximo 30 de abril para enviar el Convenio al Senado de la República, a fin de que lo ratifique y con ello se garantice seguridad social y el fin de la explotación y la discriminacióncontra este sector de la población.

“¿Por qué es importante este Convenio? Porque este convenio, que además han firmado 25 países, 14 de Latinoamérica, reconoce todos los derechos de las y los trabajadores del hogar y asegura mecanismos también para que se acabe con la explotación y la discriminación hacia este sector que, sobre todo en nuestro país, ha sido uno de los sectores más discriminados”.

Este lunes, las organizaciones acudieron a la Cámara Alta para ofrecer su respaldo a Marcelina Bautista, secretaria General del Sindicato Nacional de Trabajadoras y Trabajadores del Hogar, y para denunciar la falta de voluntad política del gobierno peñista para ratificar el documento.

“Se firmó, de hecho, el 16 de junio de 2011 y no se ha ratificado por una cuestión meramente de voluntad política porque la ratificación es una cuestión viable pues los cambios que se plantean son paulatinos. De hecho, (Miguel Ángel) Osorio Chong (secretario de Gobernación) se comprometió públicamente, en nombre del Presidente de la República, a ratificar el convenio, pero a la fecha no lo han hecho”.

Andrea Santiago reveló cuáles son algunas de las condiciones de quienes se dedican a esta actividad: “El 70 por ciento de las empleadas del hogar ganan no más de dos salarios mínimos, se trata de una suma que es bastante baja. Y el 97 por ciento no cuentan con seguridad social. El 24.7 por ciento de las trabajadoras del hogar no reciben aguinaldo y a esto hay que sumarle formas de discriminación como maltrato por parte de los empleadores”.

Por último, reiteró que si el gobierno de Peña Nieto quiere realmente la ratificación de este convenio, debe enviarlo al Senado de inmediato, a fin de que los legisladores lo procesen en el actual periodo ordinario de sesiones que concluye el 30 de abril y que es el último de la LXIII Legislatura.

De otra forma, el tema se heredaría al gobierno y al Congreso que emanen de las elecciones del próximo 1 de julio:

“De hecho, la fecha límite que tenemos para que se pueda ratificar es el 30 de abril, es decir, realmente estamos con el tiempo muy encima pero creemos que ya desde el propio Senado se ha hecho muchísimo trabajo, ya se han hecho varios exhortos al Ejecutivo para que envíe el convenio. Y creemos que sí hay oportunidad, le estamos apostando a eso porque ya no queremos esperar otro año más, otro sexenio más”, concluyó.

CAMPAÑA_aguinaldos_2-06

Yo sí doy aguinaldo

¡Te invitamos a ser parte de la campaña Yo sí doy aguinaldo a lxs trabajadorxs del hogar!

¿Cómo? Graba un video o tómate una foto con los siguientes lineamientos:

  • en caso de ser empleadores: hacer explícito su compromiso a pagar el aguinaldo correspondiente por ley a los y las trabajadoras del hogar que laboran en su casa, o bien, manifestar que ya lo pagaron porque #EsDeLey y/o porque #MiHogarEsJusto;
  • en caso de ser trabajadores o trabajadoras del hogar: manifestar que el aguinaldo es su derecho porque #EsDeLey.
  • en caso de no ser ni empleadores ni trabajadorxs: difundir mensajes que señalen que el aguinaldo a los trabajadorxs del hogar es un derecho porque #EsDeLey

Solicitamos a quiénes se sumen a la campaña a utilizar en todo momento en sus redes sociales el nombre de la campaña YO SÍ DOY AGUINALDO y los hashtags: #EsDeLey #MiHogarEsJusto.

A partir de este miércoles y hasta el 20 de diciembre, sube tu video o foto.

Descarga aquí los materiales de campaña

black-and-white-man-person-street

La promesa incumplida del Convenio 189

Por Andrea Santiago

En 2014, Osorio Chong encabezó la entrega de los Premios por la Igualdad y la No Discriminación que otorga el Conapred. Una de las premiadas fue Marcelina Bautista, reconocida por su larga trayectoria en la promoción y defensa de los derechos laborales de las y los trabajadores del hogar. El titular de la Secretaría de Gobernación resaltó lo fundamental de que “les sean respetados sus derechos en los términos que establece la Constitución y gocen de protección efectiva para que desempeñen sus actividades en condiciones de empleo equitativas y decentes”. Habló de la importancia de pasar “de las relaciones culturales de servidumbre, a las de un trabajo digno con derechos y responsabilidades”, y de lo central que resultaba hacer adecuaciones a las propias leyes y a las políticas para combatir la desigualdad y discriminación.

Finalmente, se comprometió, en ese mismo acto, a enviar al Senado el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para su ratificación, el cual reúne una serie de normas y lineamientos específicos para garantizar los derechos humanos y laborales de las y los trabajadores del hogar. Entre otros, la afiliación obligatoria a la seguridad social, establecimiento de un horario de trabajo y de días de descanso, pago de vacaciones y horas extras. Ni más ni menos que un piso mínimo de derechos para vivir dignamente.

El Convenio 189 obliga a los países que lo ratifiquen a modificar sus leyes, a crear políticas públicas, a trabajar y coordinar las instituciones para adoptar medidas que garanticen los derechos de este sector. La ratificación de dicho Convenio involucraría un cambio sustancial en las condiciones laborales de 2.4 millones de trabajadores en México, que por primera vez en la historia transitarían a la formalidad.

Lo dicho hace tres años en esa ceremonia por Osorio Chong desafortunadamente se quedó en la promesa incumplida y, a la fecha, la ratificación del Convenio 189 se encuentra estancada. La semana pasada el Senado de la República reiteró el exhorto al Ejecutivo Federal para que realicen los trámites necesarios para dicha ratificación. Al día de hoy continuamos a la espera.

La pregunta es ¿quiénes llevan esperando y qué costos tiene esa espera? Las cifras nos guían hacia una respuesta. 97% de trabajadoras y trabajadores del hogar no tiene derecho al sistema de salud ni al ahorro para el retiro: el coste lo cargan sus bolsillos y sus familias cuando enferman o envejecen. El 84% no tiene vacaciones pagadas: el coste lo carga el cuerpo de estos trabajadores que no pueden descansar pues esto implicaría una disminución significativa en sus ingresos. El 99% no cuenta con contrato escrito de trabajo: el coste lo cargan quienes trabajan pues no tienen un documento que los respalde jurídicamente cuando sus derechos sean vulnerados.

Lo que es evidente es que quienes más pierden día con día con esta alargada espera, son las millones de personas que se dedican a estas labores junto con sus familias. La promesa de Osorio Chong no es por tanto banal en este contexto, no es una de esas palabras que pueden decirse y olvidarse, porque olvidar en este caso significa hacer de la desigualdad y discriminación un destino con el aval de las autoridades federales.

Cofundadora de Nosotrxs

@NosotrxsMX