Publicado en Animal Político
Por: Yazmín Aburto Z.
El pasado sábado se realizó el Segundo Encuentro Nacional de Nosotrxs, un movimiento organizado de personas al cual me he sumado por congruente y por necesario en los tiempos que corren en México. Tuve el honor de haber sido invitada para compartir algunas ideas durante el encuentro, desde la visión de quienes hemos sido participantes y facilitadoras del Programa de Liderazgo e Innovación para la Democracia (LID), principal mecanismo de formación de Nosotrxs, concentrado en ‘generar capacidades de organización para la acción colectiva, para identificar y desarrollar liderazgo en otros y para construir poder a partir de los recursos propios de cada comunidad’. Ahora, tengo el doble honor de compartir esas ideas a través de este texto.
Soy Yazmín y vengo de la región Bajío, de Morelia. Me encuentro en ese momento de la vida de las humanas contemporáneas en el que, si bien me va, he llegado a la mitad de mi existencia. Quizá me equivoque, pero tengo la impresión de que es un momento crucial de la vida, de quiebres y renovaciones. Es cierto que todos los momentos de nuestras vidas tienen ese potencial, pero creo que en este breve lapso, en el que estadísticamente se está a la mitad del camino, la imagen de haber llegado al horizonte de una playa para comenzar a navegar hacia la siguiente, la del destino final, es irrefutable.
En este momento crucial es que me he encontrado con Nosotrxs: con el movimiento, con la organización, con las personas. Yo estaba preguntándome como en la adolescencia quién soy, a dónde voy, qué quiero hacer con mi vida; y ya como adulta, también me cuestionaba cómo hago para no perder el tiempo haciendo cosas que no tienen sentido. Así, en junio de este año, cuando indagaba como ingresar de lleno en el mundo de la organización ciudadana, gracias al azar que permanentemente nos vigila, me topé con la convocatoria del Programa LID. Cuando leí las bases, revisé los contenidos de la página de internet y repasé el manifiesto, lo digo sin ambages, comencé a sentirme acompañada. Había líneas y frases que casi podrían estar calcadas de cosas en las cuales creo y cosas que vislumbraba pero que no había podido poner en palabras, les comparto algunas:
Todas las personas hacemos política siempre que opinamos sobre lo público y actuamos en el espacio público (y a veces, también en el privado).
Las instituciones y los servicios públicos no son patrimonio de un partido o un grupo político, menos aún de un individuo. Y en el conjunto de esas instituciones y servicios hay un amplio espectro en cuanto a derechos materializados: no todo está bien, pero no todo está mal.
El agravio no es la fuente de inspiración deseable para impulsar transformaciones sociales, políticas y económicas.
Las personas, la ciudadanía, no solo el gobierno, somos responsables del bienestar de nuestras comunidades.
Los intermediarios políticos, los gobiernos, no pueden por cuenta propia resolver todos los problemas que aquejan a nuestras sociedades; y si los dejamos solos, lo más probable es que nuestros derechos se vean vulnerados, sea por omisión o por coacción.
La democracia es un régimen político tan frágil como potente, que debe entenderse y atenderse cotidianamente, permanentemente.
Y la más hermosa para mí (porque de entre todas las condiciones, valores o derechos el que prefiero y antepongo es la libertad): “mi libertad no termina donde comienza la tuya, mi libertad comienza donde se une con la tuya”.
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Así, en este nuestro siglo XXI, cuando la sociología, la filosofía y la psicología encuentran consenso en que dos de las principales características de nuestras sociedades son la exacerbación del individualismo y la dilución de las fuerzas colectivas… en ese contexto, que nos aliena y, a veces, hasta nos hace sentir desoladas, haber cursado y haber sido facilitadora del Programa LID de Nosotrxs me ha reconfortado y reanimado porque en ambos espacios he palpado y he visto materializada la contracorriente a esa idea o condición -al individualismo me refiero- que nos aísla como personas y debilita nuestras comunidades. Formar parte de esta corriente, podríamos decir, disruptiva, me emociona y me inspira.
Mi tránsito profesional me ha permitido encontrarme con personas en el ámbito académico, empresarial y del servicio público. Estar en el espacio de la sociedad civil organizada me permite percibir –por no decir concluir- que hay entre nosotras valores –como la empatía, la solidaridad, la generosidad, el respeto y la disposición al diálogo- cuyo arraigo y hasta desmesura son auténtica levadura, inspiración y combustible para diseñar, construir y alcanzar cambios positivos en nuestras sociedades, que no sean solo teoría, concesión o promesa, sino profundas mutaciones que perduren, en tanto propiedad y responsabilidad de nosotras, las personas.
A nombre de quienes facilitamos el Programa LID 2019, agradezco, por una parte, al equipo central de Nosotrxs, a su Comisión Ejecutiva y a su Dirección Ejecutiva. Primero, por habernos seleccionado para formarnos como formadoras y, segundo, por habernos invitado a ser parte del grupo de facilitadores y facilitadoras que hoy, de alguna manera –presentes o a la distancia-, nos encontramos aquí para rendir cuentas de un trabajo de dos meses que, aunque está concluyendo, abre un nuevo ciclo en el que estoy segura que seguiremos expandiendo el poder que desde 2017 Nosotrxs ha venido acumulando y expandiendo para generar cambios en México.
También agradezco a cada una de las personas que participaron en el Programa LID, que hoy concluye, por la confianza que depositaron en nosotras para poderlas guiar en este primer encuentro con la metodología y herramientas para la organización colectiva y la exigencia de derechos. Les tenemos una profunda gratitud por habernos compartido sus conocimientos y sus experiencias, y sobre todo por habernos expuesto (en el sentido amplio de la palabra) sus dudas y sus certezas, sus frustraciones, sus rabias, sus miedos, sus fuentes de inspiración, sus logros, sus sueños, sus causas, sus espíritus. Permanece invariable mi convicción de que cuando formamos a otras personas somos nosotras quienes terminamos acumulando la mayor cantidad de lecciones.
También les doy las gracias porque a lo largo de dos meses nos han dado la oportunidad de conocer y construir uno de los pilares de la metodología y del movimiento: el liderazgo colectivo… ese planteamiento que trastoca formas, usos, estilos y hasta consignas arraigadas en nuestra cultura política, que rompe con la barrera de los otros; sin duda, gracias a ustedes hemos podido tomar la responsabilidad de facilitar que otras personas logren un propósito y se desarrollen. Ello, no lo dudo, tiene como consecuencia que esta bola que somos se esté expandiendo como un universo naciente; que estos ladrillos que estamos forjando, construirán, desde abajo y en armonía una mejor sociedad; que este virus benigno (como dice una de las participantes del programa) esté inoculando y convenciendo a más personas de que el Estado, el poder y la democracia son nuestros; que estos copos de nieve que somos están armando una potente tormenta que revoluciona conciencias que no se detendrá.
Tengan la certeza de que, como dice Luis Fernández, director ejecutivo de Nosotrxs, ‘potenciaremos y honraremos el tiempo que han dedicado al Programa LID, así como las palabras e ideas que han vertido en sus tareas y proyectos’.
Tomo, para cerrar, las palabras de Miguel, uno de los facilitadores de la región Norte: “después de este proceso, en donde nos compartimos, en donde abrimos nuestras mentes y nuestros espíritus, nos hemos quedado abiertos, con la potencia para replicar lo aprendido en todos los espacios que habitamos, los haremos de una manera integradora, edificante y amorosa. Repito esto no es un cierre, es el comienzo de un nuevo ciclo”.
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