Publicado en El Universal
Por Mauricio Merino
Dice el presidente que nada de lo que sucedió en los últimos 36 años vale la pena: que desde 1983 a la fecha no hay ninguna reforma que rescatar o consolidar, porque todas pertenecen a la noche neoliberal cuya eliminación define, esencialmente, el alma política de la 4T. Para el gobierno de México, la verdadera transición no habría comenzado sino hasta el 1 de julio del año pasado.
Con ese criterio, son muchas las instituciones que deben romperse o suplirse, porque durante ese periodo quedó atrás el sistema de partido prácticamente único para dar paso al nuevo régimen de partidos. Para desechar toda la mala herencia a la que alude el presidente de México habría que borrar la pluralidad construida durante la noche de los 36 años pasados, habría que eliminar toda la historia del IFE/INE y de los tribunales electorales y habría que volver a empezar con la hechura de otras opciones políticas. Entre las existentes, sólo sobrevivirían el PAN y el PRI —en ese orden— porque todas las demás nacieron durante esos años. Pero procediendo de esa manera, habría que considerar también que antes de 1983 todo el país era gobernado por un solo partido.
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