Nosotrxs más allá de las urnas
Este lunes 2 de julio arranca una nueva etapa del proceso político en México. Más que la inédita cantidad de posiciones en disputa —más de 18 mil cargos públicos de los tres niveles de gobierno—, el decreto de las urnas es histórico por el pronunciado reacomodo en el tablero de la representación nacional.
Las fuerzas políticas están obligadas a reconocer la trascendencia del cambio operado por el sufragio y replantear sus posiciones, tanto en el gobierno como en la oposición. Aunque a veces se olvida, el juego democrático es recreado en ambos lados de la ecuación: gobierno y oposición. La existencia de alternativas políticas no solo se expresa en elecciones competidas, sino a lo largo de todo el proceso democrático. Más aún, como señala Gianfranco Pasquino, la oposición tiene el potencial de mejorar la calidad de la democracia por medio de sus actividades de control, propuesta y crítica hacia los gobernantes. En los espacios de representación, sobre todo en la Legislatura, los partidos ocupan un lugar privilegiado, aunque los mismos partidos deben replantear su relación con la ciudadanía, así como su viabilidad como intermediarios entre la sociedad y el Estado. Mientras que la sociedad, por medio de sus múltiples expresiones, se inserta en el juego político mediante el disenso y el ejercicio de sus derechos políticos.
Las campañas dejaron mucho que desear. En la propaganda electoral proliferaron, de nuevo, los estribillos, las frases huecas, la elaboración simplona de propuestas de gobierno. Pero estas campañas provocaron, acaso como nunca, un intenso debate sobre la marcha del país, en particular sobre el combate a la corrupción, uno de los temas más trascendentes para la ciudadanía ante la perdurable desconfianza hacia los representantes. Además, durante las campañas fue patente el esfuerzo de muchos —centros de investigación, medios de comunicación, organizaciones civiles— para ofrecer información de calidad sobre candidatos, partidos y propuestas.
Las urnas lanzaron un fuerte llamado para regenerar la vida pública del país. Frente a esta tarea, México cuenta con una enorme fuerza civil, misma que a partir de este 2 de julio habrá de refrendarse como uno de los motores del cambio democrático, como lo ha sido hasta ahora.
El inédito cambio de gobierno constituye una nueva oportunidad para impulsar la agenda y los mecanismos ciudadanos de control del poder público. El sufragio libre es condición sine qua non de la democracia, pero la ciudadanía es un ejercicio que va mucho más allá. Nosotros somos más que votos. Para hacer esto posible, en lo inmediato la sociedad organizada en pro de la democracia habrá de defender sus propuestas con el propósito de que sean validadas en los espacios de decisión, identificar nuevos (y viejos) aliados en los espacios de representación y exigir que los recién electos cumplan sus promesas en favor del bien común, lejos de retribuir a los pocos para fortalecer a los muchos. Ese es el reto mío, tuyo, de nosotros.
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