Por Mauricio Merino, coordinador nacional de Nosotrxs
Publicado originalmente en El Universal
Esta noche es Nochebuena y mañana, Navidad. En la tradición cristiana, en estas horas se reparten regalos y se formulan buenos deseos. Así que me propongo honrar la fecha para pedir los míos al presidente y al gobierno federal. No les pido a los partidos porque no sabría a quién dirigirme, ni tampoco a los empresarios, porque no se trata de negocios, ni a mis colegas académicos, porque los deseos casi siempre contradicen la evidencia.
Le pido al gobierno que recupere la confianza en quienes se atreven a contradecirlo. No todos sus críticos tienen aviesas intenciones, ni son malas personas, ni actúan llevados por el odio. No todos merecen el maltrato ácido de quienes ostentan hoy el mando, pues quizás algunos tienen razones que merecen ser oídas. El poder no equivale a la verdad. De modo que no es indispensable que cada polémica y cada debate se convierta en una nueva afrenta, porque gobernar no es lo mismo que oponerse a quien decide. Y de persistir este caudal de desconfianza puede convertirse en soledad y paranoia.
Por ejemplo, no todos los burócratas son despreciables. Haber sido contratados en gobiernos anteriores no los descalifica como seres humanos ni justifica que sean echados a la calle sin ninguna explicación. Mucho menos cuando sus lugares de trabajo están siendo ocupados por personas cuyas credenciales profesionales no han sido acreditadas sino por la cercanía política. Tampoco es justo que haya tantas señales de desconfianza a quienes se van quedando, solamente porque llegaron antes. No hay razones objetivas para marcar a los servidores públicos de siempre como dianas, ni concentrar en ellos el recelo de los que van llegando.
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